Veinticuatro años después del final de la guerra de las Malvinas, Argentina persiste en su voluntad de recuperar unas islas que desde 1833 se hallan bajo dominio británico. Ante el Comité de Descolonización de la ONU, el canciller argentino, Jorge Taiana, ha pedido que Gran Bretaña vuelva a la mesa de negociaciones, para buscar una solución consensuada. No es de esperar que Londres muestre excesiva sensibilidad ante la reclamación.

La celebración de los 25 años del inicio de la guerra en las Malvinas se vivió ayer en Argentina con reivindicaciones territoriales. El vicepresidente del Gobierno, Daniel Scioli, afirmó que las islas “son y serán siempre argentinas”. “Jamás dejaremos de reivindicar nuestros legítimos derechos”, proclamó. Aunque las probabilidades de que Argentina vuelva un día a repetir su absurda aventura de 1982 son inexistentes, el Reino Unido mantiene permanentemente en las islas una gran fuerza militar operativa que, por supuesto, no existía antes de la guerra. Los 67 hombres armados, entre voluntarios y soldados, que la madrugada del 2 de abril de 1982 trataron sin éxito de hacer frente al desembarco argentino son hoy una cifra ridícula. Oficialmente, hay 1.500 militares británicos destinados a las Malvinas. Otro millar de trabajadores civiles, contratados por la multinacional Sodexho, da servicio a esta fuerza armada.