En Rusia, gremios y organizaciones de todo tipo protestan contra la actuación del poder autocrático y se crea una asociación general, de ámbito estatal, que coordina durante todo el año las acciones de la oposición. Simultáneamente, los socialrevolucionarios intensifican sus acciones de terror: durante los meses de abril y mayo tienen lugar sólo en San Petersburgo 116 atentados.

Mientras, la flota rusa del Báltico se dirige al Lejano Oriente, algunas unidades a través del canal de Suez, y la mayoría alrededor del cabo de Buena Esperanza. Es una expedición quijotesca y del todo inútil. En la mañana del 27 de mayo, el almirante japonés, Heihachiro Togo, es despertado con la noticia de que la flota rusa se dirige al estrecho de Tsushima. «Esta batalla va a decidir la suerte de nuestra nación», manifiesta el almirante japonés Heihachiro Togo cuando son avistadas las chimeneas negras y amarillas de la flota rusa. Sus palabras constituyen una profecía. En efecto, Togo vence al ruso Rozhdiéstvenski, que es hecho prisionero. La confrontación de aquel día en las aguas del estrecho de Tsushima supondrá mucho más que una victoria o una derrota pues marcará el futuro del Japón en el siglo XX como gran potencia.

La rapidez y puntería superiores de Japón pronto tienen consecuencias. Los grises buques nipones apenas visibles en la niebla, parecen escapar a la vacilante artillería rusa, embarazada por sus demasiado ostensibles navíos. A media mañana del día 28 de mayo, la flota de Togo ha aniquilado los últimos restos de la flota rusa. De los 38 buques que han participado en la batalla, todos menos 3 son hundidos, destruidos o capturados. Perecen unos 4.800 hombres entre marineros y oficiales. Por su parte los japoneses sólo pierden 3 de sus buques y 117 hombres. Expresadas las perdidas en términos de tonelaje, ha sido la mayor batalla naval de la historia, que sólo será superada por las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial.

La chispa que hizo estallar en Rusia el motín del acorazado Potemkin fue iniciada por el segundo de abordo, Ippolit Giliarovsky, quien amenazó con tomar represalias contra varios miembros de la tripulación que se negaban a comer carne en la que se habían descubierto gusanos. Al parecer Giliarovsky reunió a dichos marineros frente al alcázar, en una zona en cuyo suelo se había extendido una lona impermeable, y donde esperaban infantes de marina armados. Los marineros asumieron que iba a celebrarse una ejecución en grupo, y se abalanzaron sobre los infantes (que al fin y al cabo también eran clase de tropa) rogando que no les disparasen. La oficialidad del barco trató de reprimir el motín, y en el tiroteo subsiguiente murieron siete de los dieciocho oficiales del Potemkin, incluyendo al capitán Evgeny Gólikov, el segundo oficial Ippolit Giliarovsky, y el oficial médico, que había certificado la carne como apta para el consumo. El marinero Grigory Vakulenchuk resultó herido mortalmente durante el motín.

La noticia de la destrucción de la flota rusa en Tsushima, que ha significado el fin de la guerra ruso-japonesa en el mes de mayo, aviva la ola de huelgas y conflictos en todo el país. Sin embargo no llega a producirse una rebelión armada de los trabajadores, y los soldados que regresan de la guerra tampoco se levantan en armas. Surgen, eso sí, motines aislados. El más conocido es la sublevacion de la tripulación del acorazado Potemkin el pasado día 14 de junio. Incluso en este caso, la verdadera causa de la insurrección no son las razones políticas sino las malas condiciones de vida en el barco.

Los revolucionarios rusos asesinan al gobernador de Moscú.

En Rusia, el zar accede, en la fecha, a la creación de una asamblea, la Duma, elegida por sufragio restringido y sin carácter constituyente. Una vez más la oposición valora esta respuesta como insuficiente y el movimiento revolucionario sigue extendiéndose.

Los disturbios iniciados en enero en San Petersburgo, se ven acrecentados por el descontento de los soldados que, en la fecha, regresan derrotados de la guerra con Japón.

El descontento crece en Rusia hasta alcanzar enormes proporciones, y entre el 20 y el 30 de octubre se desarrolla una gran huelga general que paraliza el país. Apenas ha transcurrido un mes del tratado de paz con el Japón, que presenta al mundo el espectáculo de una vasta Rusia obligada a ceder territorio a un pequeño país, el Japón, como medio para comprar la paz.

El 26 de octubre, en Rusia, bolcheviques, mencheviques y socialrevolucionarios forman en San Petersburgo el primer soviet (consejo popular) para dirigir la huelga de octubre (entre 20 y 30 de octubre). León TROTSKI es nombrado su vice-presidente.