El emir ALMUNDIR no puede tolerar que el rebelde Omar ibn Hafsún se asiente en el corazón de sus tierras -en la serranía de Ronda- por lo que dirige todos sus esfuerzos para acabar con la sublevación. Omar ha ampliado su zona de acción al apoderarse de Mijas, Comares y Archidona. Las expediciones enviadas por el emir van ganando terreno, ajusticiando a los dirigentes regionales que apoyan al rebelde. La presión de ALMUNDIR motiva que Omar inicie negociaciones con el emir. El rebelde regresa a Córdoba pero pronto volverá a la sierra. Tomándolo como una cuestión personal, ALMUNDIR se dirige a Bobastro, en los montes de Málaga, donde Omar tiene su cuartel general, para poner sitio a la plaza. Pero a las pocas semanas se siente enfermo -envenenado por su propio hermano Abdalá- y muere sin llegar a reinar dos años.

A Almundir le sucede en el Emirato de Córdoba, su hermano ABDALÁ (Abd Allah) VII emir omeya (888-912). Hijos ambos de Mohamed I. ABDALÁ dirige a sus ejércitos ante la necesidad de un triunfo militar que le de el prestigio que aún no tiene, pero se queda solo tras la deserción en masa de sus soldados cuando saben la noticia de la muerte del que ha sido su emir y caudillo. En compañía sólo de una parte de su corte palatina, ante el feroz ataque del sitiado Ibn Hafsún, pacta con éste el traslado del cadáver de su hermano y recompensa el gesto pacífico del señor de Bobastro otorgándole el gobierno de Málaga, al tiempo que accede a las exigencias de los Banu Qasi de Aragón.

ABDALÁ, a pesar de su piedad, sobriedad y cultura, es también cruel y muestra pocos escrúpulos al verse envuelto en turbios asuntos como el asesinato de su hermano y de su hijo Muliaminad (padre de Abderramán III), asesinado por otro de sus hijos, y de Al Mutarrif, por sugerencia del propio ABDALÁ. La intervención en el asesinato de Almundir marcará de por vida a ABDALÁ, quien mostrará siempre inseguridad y desconfianza hacia sus colaboradores y hacia los miernbros de su propia familia. Temeroso de que su hijo Al Mutarrif pueda atentar contra él, manda decapitarlo cuando tiene conocimiento de los planes de éste.

Los nuevos musulmanes (muladíes), los árabes y los bereberes discuten la autoridad del emir, mientras la amenaza de Omar ibn Hafsún, señor de Bobastro, pone en peligro a la propia Córdoba. ABDALÁ se ve obligado a marchar con sus tropas a la actual Aguilar de la Frontera (llamada entonces Poley), donde derrota a sus adversarios, aunque la victoria sólo durará un año, pasado el cual Omar ibn Hafsún recuperará los terrenos perdidos y obligará a ABDALÁ a negociar.

Para acabar con la revuelta, Omar ibn Hafsún y ABDALÁ alcanzan un pacto por el que el rebelde se convierte en gobernador de la zona, dependiendo en todo momento de Córdoba. Pero Omar ibn Hafsún vuelve a demostrar que actúa libremente cuando inicia conversaciones con el gobernador de Qayrawuán (actual Túnez) para conseguir apoyo militar y convertirse en emir de al-Ándalus. La extensión de los dominios de Omar ibn Hafsún alcanza las actuales provincias de Granada, Jaén y Málaga.

ABDALÁ manda abrir en el Alcazar (Palacio) una nueva puerta, la de la Justicia, bajo la cual se sienta una vez a la semana para recibir personalmente a los que quieren hacerle reclamaciones o entregarle memoriales. Es muy piadoso y jamás deja de asistir a la oración del viernes en la mezquita mayor; pero desconfiado por naturaleza, manda construir un pasadizo elevado a cubierto, que le lleva directamente del Alcázar a la Mezquita y una vez allí a la tribuna de la “maqsura”

La encarnizada lucha interior que el emir ABDALÁ mantiene para imponer su autoridad, motiva que el rey ALFONSO III extienda sus territorios a costa de las tierras andalusíes, sin poder ABDALÁ evitar la expansión cristiana. Bien es cierto que durante la mayor parte de su reinado el poder del emir se reduce a Córdoba y su región circundante, ya que los clanes locales han ocupado el poder, acercándose a un sistema feudal.

Sin resolver el conflicto con Omar ibn Hafsún, fallece, en la fecha, el emir omeya cordobés ABDALÁ. En medio de una situación de total anarquia, ha intentado afirmar el poder de los omeyas fomentando las luchas entre los jefezuelos locales. Muere decapitado.