El Imperio romano queda a merced de los pretorianos. El que primero es alzado en Roma como emperador es Helvio PERTINAX. Su breve reinado no será fácil. PERTINAX trata de emular la moderación de Marco Aurelio, y hace un esfuerzo por reformar el «alimenta»; no obstante, tendrá que hacer frente a la oposición de muchos sectores. Los historiadores antiguos registran como la Guardia Pretoriana, que espera hacerse con un generoso donativo cuando PERTINAX fuera proclamado emperador, se ve decepcionada, agitándose hasta obligar al emperador conseguir dinero a través de la venta de los bienes de Cómodo, incluyendo sus concubinas.

A principios de marzo, el emperador PERTINAX tiene que hacer frente a una conspiración que trata de reemplazarle por el cónsul Quinto Sosio Falco mientras inspecciona el suministro de grano en Ostia. Cuando los conspiradores son descubiertos se les ejecuta a todos menos al propio Falco, que es perdonado.

El 28 de marzo de 193 el emperador PERTINAX se dirige a su palacio cuando un contingente formado por trescientos pretorianos se dirigen hacia las puertas. Antiguas fuentes sugieren que su hostilidad al emperador se debe a que han recibido sólo la mitad de la recompensa prometida. Ni los guardias ni los oficiales de palacio se oponen a esta pequeña fuerza. PERTINAX opta por enviar a Leto a fin de calmarlos, pero éste escoge unirse a los insurgentes abandonando a su suerte al emperador. Aunque se le ha aconsejado que huya, PERTINAX decide razonar con ellos, y cuando casi ha conseguido tener éxito en su propósito es golpeado por uno de los soldados. PERTINAX resulta muerto. Siendo consciente del peligro al que se enfrentaba al haber asumido la púrpura, ha rechazado emplear los títulos imperiales o delegarlos en su esposa e hijos a fin de protegerlos de las consecuencias derivadas de su propio asesinato.