Desde el siglo IX, los varegos -guerreros y mercaderes vikingos- atraviesan todo el continente, desde el mar Báltico hasta el mar Negro, con la finalidad de comerciar con los árabes y los bizantinos, siguiendo las vías fluviales -principalmente el Dniéper y el Volga- durante la estación estival. Los varegos consiguen hacerse con el control de las rutas comerciales y, gracias a ello, llegan a dominar progresivamente las ciudades situadas en las márgenes de los ríos, como Nóvgorod, en el norte y Kiev, en el sur donde aniquilarán a los jázaros.

En 865, una incursión rusa mandada por los vikingos ataca por vez primera Constantinopla. Es repelida.

Mientras daneses y noruegos saquean el Occidente europeo, los suecos, comercian sobre todo con Rusia. Y es que los eslavos de Rusia septentrional comercian con pieles, y cazadores y tramperos se aventuran por las vastedades árticas en busca de animales de piel preciosa. Una banda de vikingos al mando de Rúrik (m. en 879) funda la ciudad de Nóvgorod («ciudad nueva») en aquella región y gobierna en ella. Las bandas de vikingos reciben el nombre de «varegos». Otro nombre que se les daba era «rus», del que se supone deriva «Rusia». A la muerte de Rúrik, ascenderá al trono un pariente suyo llamado Oleg. No sólo gobernará en Nóvgorod sino también en Kiev, casi 1.000 km al Sur. Así pues, desde su mismo comienzo Rusia se extiende ampliamente por la llanura del este de Europa. Con el tiempo, Kiev se convertirá en la capital del Estado ruso, gobernado por príncipes varegos. Para distingir este período, cabe referirse a la «Rusia de Kiev».