Los vikingos atacan Lisboa y al-Ándalus como hicieran la ocasión anterior en 844. La necesidad de repeler su ataque es un nuevo motivo para que el emir vea impedida su decisión de seguir luchando contra Asturias.

Las humillaciones sufridas en Córdoba y el deseo de poner fin al poder musulmán hace que los clérigos mozárabes llegados al reino astur conviertan a los reyes astures en sucesores de los visigodos, recordándoles que están llamados a reconstruir la unidad y a expulsar a los ocupantes del territorio, a los musulmanes.

Fallece en su palacio de Oviedo, el rey de Asturias ORDOÑO I. En este momento, la frontera del reino asturiano queda establecida en una línea que une Tuy, Astorga, León y Amaya (que han sido repobladas a lo largo de su reinado) con una avanzada en la lejana Coria. El viejo noroeste hispánico, del Cantábrico al Duero y del Cea al Atlántico, aparece así como un solar regido por una única autoridad, el rey astur. Dos de los territorios sometidos a la autoridad de un conde -Castilla y Portugal-, ubicados en los solares más extremos del naciente reino empezarán a forjar en la segunda mitad del siglo IX sus señas de identidad. Una señas fraguadas al calor de la lucha, dada su condición de tierras fronterizas.

Sucede a Ordoño I en el trono de Asturias, su hijo ALFONSO III el Magno (866-910). Llega al trono siendo aún muy joven, tendrá entre catorce y dieciocho años, e inmediatamente debe enfrentarse a la acción del conde Fruela Bermúdez de Lugo, que le destrona y le obliga a emprender la huida. ALFONSO encuentra refugio cerca de Rodrigo, uno de los capitanes de su padre. Es éste el encargado junto con otros fieles al rey, de derrotar a los partidarios del conde Fruela, quien pierde la vida durante la lucha.

ALFONSO III el Magno, rey de Asturias, libre de los peligros internos que amenazaban la estabilidad de su corona (las revueltas de Galicia y Vasconia) consagra todos sus esfuerzos en luchar contra los musulmanes, esfuerzos que se ven favorecidos por las rebeliones de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Coimbra contra el emirato de Córdoba. Fruto de estas campañas es el avance de la frontera astur -a lo largo de los próximos años- hasta la línea del Duero.

Vizcaya consigue su independencia del Reino de Asturias, en el día de San Andrés del año 870 en la batalla de Padura, en la cual los vizcaínos salen triunfadores. Su primer jaun o señor será Jaun Zuria (señor blanco). Las piedras de la zona quedan manchadas con sangre y desde ese día ese lugar ha sido llamado Arrigorriaga (El lugar de las piedras rojas). No está claro si dicha batalla es histórica o legendaria, pero la cruz de San Andrés ha sido usada casi siempre en las banderas vascas.

ALFONSO III inicia, en la fecha, la repoblación de Chaves, Braga y Oporto, realizada por magnates gallegos que actúan como delegados del monarca. Asegurados estos territorios, continúa su avance por la Lusitania, repoblando los núcleos urbanos de Lamego y Viseo. Fortifica la línea del Duero y crea dos condados, Tuy y Oporto.El reinado de Alfonso III se beneficia del gran número de mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán) huidos al Norte, lo que refuerza la población de aquellos Estados y les aporta más elementos culturales de tradición goda. Los asturianos pudieron así extenderse hasta el Duero.

ALFONSO III el Magno, rey de Asturias, conquista en el año 878 la ciudad de Coímbra, llegando hasta el río Mondego. Lleva a cabo una brillante actuación táctica y estratégica que culmina en la batalla de la Polvoraria, en la que caen 13.000 soldados musulmanes. Es el conde Hermenegildo Pérez el encargado de llegar a Coímbra. Tras su toma, se firma una tregua de tres años aprovechada por los cristianos para repoblar y activar económicamente la zona.

Los mozárabes expulsados o huidos de al-Ándalus escriben la versión cristiana de la Batalla de Covadonga (718), que difiere totalmente de la versión de los cronistas del Islam. Para los cristianos, PELAYO sirve de enlace directo entre ALFONSO III y la familia real visigoda, lo que da a ALFONSO III y a sus sucesores el derecho y la obligación de expulsar a los musulmanes de los territorios que habían pertenecido a la Monarquia visigoda. De esta manera, la unidad de Hispania, bajo la dirección de los reyes asturleoneses, tiene en Covadonga su punto de arranque.

A medida que se va avanzando en la conquista de Castilla, la repoblación por iniciativa regia puede ser delegada en magnates, a quienes posteriormente se confía su gobierno, y también a dignidades civiles o eclesiásticas. Este es el caso de la ciudad de Amaya, primera capital de Castilla a cargo del conde Rodrigo. También de la ciudad de Burgos, en donde en el año 884 surge un castellum o centro fortificado, en cuyo entorno nace un núcleo de población, por iniciativa del conde Diego Porcelos y por mandato del rey asturiano ALFONSO III. A partir de este momento es efectiva la ocupación de la tierra por comunidades rurales procedentes del norte.