Franco inaugura solemnemente las Cortes, cuyo primer presidente es Esteban Bilbao. Franco afirma que «el régimen está buscando en las instituciones tradicionales españolas el tronco viejo en que injertar las ramas nuevas y lozanas de nuestro Movimiento».

La batalla más dura en la que participa la División Azul es la que se desarrolla en Krasni Bor, cerca de Leningrado, donde los españoles sufren más de 4.000 bajas.

La primera reunión de las Cortes no se anunció hasta el 7 de febrero de 1943. De los 424 escaños, 126 se adjudicaron a miembros del Consejo Nacional de la FET y a otros falangistas, 141 a oficiales de la Organización Sindical -nominalmente falangista- y 102 a los alcaldes de las ciudades más importantes. Además, estaban todos los ministros, los presidentes de las instituciones estatales más destacadas, como el Tribunal Supremo y los rectores de todas las universidades. Por último, las organizaciones profesionales elegían a 7 representantes y el Caudillo elegía a otros 50. Es decir, que absolutamente todos los miembros eran elegidos por el Estado; era imposible concebir una asamblea más dócil.

D.JUAN escribe a FRANCO por vez primera en casi un año, asegurándole que la permanencia de su «régimen provisional» está exponiendo a España a graves riesgos, por lo que le pide que tome medidas para realizar una restauración de la monarquía. FRANCO es antes que nada y sobre todo franquista, obviamente, pero en segundo lugar es monárquico y siempre ha mantenido la esperanza de una restauración, aunque sin comprometerse del todo con ella. Está de acuerdo con su consejero más cercano, Carrero Blanco, en que el futuro de España a largo plazo está en la instauración de una monarquía tradicional, autoritaria y corporativa, pero supeditada enteramente a la voluntad y criterio de FRANCO. De modo que tardó dos meses y medio en responder a don Juan. El 27 de mayo le comunicó que el Gobierno no era simplemente de transición, sino que representaba un movimiento organizado cuyo futuro sólo FRANCO podía interpretar. Le informó de que consideraba al heredero de Alfonso XIII como su sucesor potencial pero siempre y cuando la monarquía aceptara las directrices del Movimiento.

Decreto por el que se autoriza la cartilla de racionamiento individual, en vez de la familiar empleada antes en España.

Entre enero y febrero de 1943 se ha llevado a cabo una campaña diplomática en la que se ha pretendido llegar a un acuerdo entre los países que permanecen neutrales -Suecia, Suiza e Irlanda- para ayudar en la mediación para una paz negociada entre los Aliados y Alemania, que salvaría a Europa del bolchevismo. FRANCO hace una llamada pública a la paz en varios discursos que pronuncia en Andalucía a principios de mayo, pero Suecia y Suiza se niegan a cooperar, y Gran Bretaña y Alemania rechazan el proyecto. De ahí que FRANCO desarrolle su teoría sobre las tres guerras que se están librando y sobre la diferente actitud de España hacia cada una de ellas: neutral en el conflicto entre los Aliados occidentales y Alemania, a favor de Alemania en su lucha contra la Unión Soviética y a favor de los Aliados en la batalla que estaban librando en el Lejano Oriente contra Japón. Entretanto, está mejorando la provisión de bienes y la situación económica, hasta el punto de que por estos meses, se considera que el período de mayor sufrimiento para una gran parte de la población española está llegando a su fin.

A medida que cambia la situación internacional, la presión de los Aliados sobre España se hace más fuerte. Desde 1940 Washington ha tomado una postura más dura que Londres y tiene planeado reducir drásticamente la importación de aceite, tan necesaria para la economía española. Jordana responde el 1 de junio, exigiendo que el Gobierno tome las medidas pertinentes para reducir la propaganda en favor de Alemania que todavía domina la prensa española. Asimismo, envía una protesta formal al embajador norteamericano acerca de la nota de prensa que han lanzado con el titular «La España fascista desde dentro», argumentando que no se debe de aplicar este adjetivo al Régimen español. Tras una discusión abierta entre FRANCO y el embajador el 29 de julio, el tono de la prensa española hacia los Aliados empieza a cambiar.

Después de que 27 procuradores -diputados- monárquicos de las nuevas Cortes le pidan abiertamente que complete la definición y ordenamiento de las instituciones fundamentales del Estado, por medio de la restauración de la monarquía, el 2 de agosto don JUAN hace llegar por telegrama un ultimátum a FRANCO, quien responderá varios días después con un estilo contenido, pero absolutamente firme, exigiendo al pretendiente al trono que no haga nada en semejante coyuntura que pueda fraccionar la unidad española. Llegado a este punto, la única institución capaz de forzar un cambio es la misma que ha elevado a FRANCO al poder supremo desde el primer momento: el Ejército. La insatisfacción política de muchos veteranos que han estado tan expuestos en los últimos tres años, por fin toma forma en una carta firmada por siete de los 12 tenientesgenerales y enviada a Franco tres días más tarde por el ministro del Ejército, Asensio.

En la fecha se prohíbe en España que se hable de la FET como partido; es un movimiento y, en consecuencia, el 27 de noviembre de este mismo año, la Delegación Nacional de Prensa de la FET dictará unas instrucciones muy precisas para el futuro de su prensa. Arrese, en el mes de diciembre recomendará que se relaje un poco la censura y los controles gubernamentales. También exigirá que se ponga fin a las persecuciones por responsabilidades políticas en la Guerra Civil, con el fin de lacanzar la «hermandad nacional» en «tareas constructivas de profunda comunidad».

El 1 de octubre de 1943, FRANCO, ataviado con su uniforme de almirante en vez del atuendo falangista, ante la situación en el frente europeo, Franco anuncia que abandona la «no beligerancia» y retorna a la «neutralidad vigilante» respecto al conflicto. (La neutralidad es no actuar en favor de ninguna parte en una guerra, y la no beligerancia es quizás estar a favor de
un país, pero no ir a las armas, no participar de la guerra como tal).