La proclamación de independencia en Chechenia, da lugar a un gran éxodo de los rusos residentes en la región, en una proporción difícilmente calculable, y que algunos cifran entre 45.000 y 240.000 personas. También provoca la separación de Ingushetia de Chechenia que forma su propia república. Estas dos comunidades llegarán a enfrentarse por el reparto de algunos territorios, problemas que aún hoy no han sido definitivamente resueltos. En ese momento, Moscú, condicionado por sus luchas internas, consciente de que es poco oportuno abrir nuevos frentes, decide dejar que el conflicto quede congelado hasta mejor ocasión.

El 1 de noviembre, a pocas semanas de la desaparición de la Unión Soviética, Chechenia proclama su independencia. La secesión no es apoyada por la mayoría de la población, sino por los líderes de los diversos clanes por intereses muy concretos. Estos intereses consisten básicamente, en el control de la producción petrolífera, pero también en el contrabando de armas. Una vez proclamada la independencia, las autoridades chechenas deciden, con carácter inmediato, la adopción de diversas medidas destinadas a crear un Ejército propio. La primera reacción del nuevo presidente ruso, Boris YELTSIN –quien hasta entonces ha defendido las proclamaciones de soberanía de todos los pueblos, ya que le resultaban útiles para debilitar el poder central de su antecesor, Mijail Gorbachov– es establecer el estado de emergencia. Poco después, el Parlamento anula la orden para evitar un enfrentamiento abierto con los líderes chechenos.

DUDAYEV, presidente de Chechenia, es partidario de ejercer un presidencialismo fuerte, de modo que su mandato se caracteriza por un tono personalista y autoritario, DUDAYEV forma un gobierno en Grozni, pero es incapaz de persuadir a ningún país para que reconozca su independencia o para invertir en su economía. En mayo de 1992, la misma Federación Rusa que niega legitimidad a los dirigentes chechenos firma con ellos un acuerdo por el que se acepta la retirada de las tropas rusas estacionadas en la zona y la distribución, a partes iguales, de los arsenales disponibles en su territorio. Por otra parte Yojar DUDAYEV trata en estos primeros años de ilegalizar el wahabismo en Chechenia cambiando varias leyes.

En mayo de 1993 se producen enfrentamientos armados en el centro de Grozni (Chechenia). Tres distritos de la capital proclaman su lealtad a la oposición. DUDAYEV envia a sus milicias para recuperar el control de estas zonas

En junio de 1993, DUDAYEV disuelve el Parlamento y provoca la dimisión del gobierno. Unas semanas antes, los diputados han decidido su destitución y el nombramiento de Iaragi Mamodaiev como primer ministro. Desde entonces el país funcionará sin Parlamento. La ausencia de mecanismos institucionales para resolver la crisis política hará que se imponga la vía de las armas.

En Rusia, en el entorno presidencial (Consejo de Seguridad) sólo Andrei Kozirev y Eugeni Primakov se oponen abiertamente a la invasión militar de Chechenia. Chernomirdin expresa sus dudas pero finalmente presta su apoyo a la acción, defendida esencialmente por los ministros militares (Grachov, Yerin, Stepashine).

Chechenia es una de las 21 repúblicas autónomas que forman parte de los 89 sujetos integrantes de la Federación Rusa (Tratado de la Federación firmado el 31 de marzo de 1992). Una república integrada en la Federación, según la Constitución aprobada en el referéndum del 12 de diciembre de 1993, puede tener su propia Constitución y elaborar su propio marco jurídico. Para dejar la Federación debe obtener el voto mayoritario de las dos Cámaras o que así se determine en un referéndum celebrado en toda Rusia.

Pero Chechenia decide no firmar el Tratado de la Federación Rusa. A diferencia de Tatarstán (1994), Bajorstán y Kabardino-Balkaria, tampoco acepta un tratado especial. De ahí que se hable de que la secesión chechena tiene carácter “unilateral”. Rusia justifica la invasión de Chechenia en la defensa de los derechos de una minoría rusa, presuntamente agredida. Se estima que al inicio del conflicto armado la población rusa no supera las 60.000 personas. Moscú también argumenta que Chechenia se ha convertido en un Estado mafioso. Sin embargo, a los poderosos y ricos mafiosos chechenos la independencia no les beneficia porque perderían el pasaporte ruso que hoy les permite desplazarse por un inmenso y rico territorio. Con la excepción de Chechenia, los demás pronunciamientos secesionistas se han encauzado. En otras regiones existen algunos contenciosos, conflictos de leyes, descoordinación de la vida económica, pero no plantean la independencia.

La intervención rusa en Chechenia es inseparable de los intereses petrolíferos. Los oleoductos y gasoductos que atraviesan la zona del Cáucaso Norte tienen un gran valor estratégico. Más aún cuando está en juego el llamado “contrato del siglo”, es decir, la ruta que deberán seguir los millones de toneladas de crudo que se extraerán del Mar Caspio en los próximos años. Las vías para la circulación del crudo se reducen a dos: a través de Rusia o de Turquía. Rusia necesita control y estabilidad en el Cáucaso Norte para convencer a los inversores extranjeros de que la suya es la mejor opción.

El 5 de diciembre de 1994, el presidente ruso, Boris YELTSIN, ordena el inicio de la invasión de Chechenia (Primera guerra de Chechenia 1994-1996) para reintegrarla a la autoridad federal y evitar la secesión de otras repúblicas caucásicas tras el éxito de los chechenos en su lucha por la independencia, con la seguridad de que la operación apenas durará quince días. La intervención rusa unifica el sentimiento antirruso y el coraje de los guerrilleros chechenos, comandados por Yojar DUDAYEV, hacen que el conflicto checheno se convierta en una pesadilla para el jefe del Estado ruso, para los políticos que aspiran a sucederle, para los militares que sufren una de las mayores humillaciones de su historia, después de Afganistán, y para los civiles, que tanto en Chechenia como en la Federación Rusa son las principales víctimas de la conflagración.