En el siglo XIV, el imperio de Malí ocupaba gran parte del África occidental, desde el Atlántico hasta el lago Chad, y desde el norte del Sahara hasta la zona forestal del Sur. El gobierno de este vasto imperio se basaba en una administración descentralizada y flexible. Así, por ejemplo, El Mandé, cuna originaria del imperio y sede de la capital, Niani, estaba bajo la autoridad directa del emperador, el mansa. Los territorios conquistados, en los que habían existido reinos como el de Ghana (al sur de la actual Mauritania), conservaron una gran autonomía. Las provincias eran administradas por un gobernador civil -farba- y las ciudades fronterizas por gobernadores militares. El mansa debía respetar las costumbres y los deseos manifestados por las asambleas del pueblo.

El vasto espacio del imperio de Malí que los árabes llaman «Bilad as Sudan» (la tierra de los negros), bañada por los ríos Níger, Senegal y Volta albergará también otros grandes imperios y reinos: el de Ghana (siglos V-XI), Takrur (siglos XI-XIII).

Las riquezas de los «países negros», en particular las de Malí en el siglo XIV, llamaron poderosamente la atención de los árabes y de los europeos. Al-Bakri, autor árabe del siglo XI, decía que el rey de Ghana «poseía un lingote de oro tan grande como una roca». Era tal la fama de Malí que muchos mapas europeos de África de los siglos XIV y XV representaban a un rey negro con grandes cantidades de oro coronado como un rey de Occidente.

Senegal, tras pertenecer a la Federación de Malí, en 1960 se proclama independiente y Senghor es el presidente de la República.

Mali se independiza en la fecha.

Las repúblicas Malí, Ghana y Guinea constituyen una federación que será puramente formal, y se deshará en agosto del año siguiente.

Firma de un acuerdo de reconciliación entre el gobierno de Mali y los tuaregs, que permite el regreso de cien mil exiliados.