Moldavia y Transnistria llevan catorce años en conflicto, desde que empezó a desmoronarse la URSS y, con ella, la república soviética moldava. En la margen izquierda del río Dniéster, rusos, ucranianos y también moldavos dispuestos a defender lo que quedaba de la Unión se alzaron contra el fervor nacionalista de los moldavos rumanohablantes del otro lado. No se sabe cuántos murieron, hasta que el general Alexander Lebed, al mando del XIV ejército ruso, amenazó: “O dejan de matarse o los aplasto a todos con mis tanques”. De ese modo, más o menos, nació en una estrecha franja al este del Dniéster la República Moldava de Transnistria, capital Tiraspol. Transnistria tiene instituciones, himno nacional, bandera, moneda… Transnistria no es reconocida por ningún país del mundo. No sale en los mapas. Aquí sigue parte del XIV ejército ruso, mil y pico soldados que “guardan la paz” y custodian miles de toneladas de armas.

Transnistria es una zona franca del contrabando. Combustible, alcohol, tabaco, alimentos y seres humanos destinados a la prostitución o a la explotación laboral son los principales artículos. Se habla también de armas. Las rutas se dirigen a Rusia, a Turquía, Oriente Medio y los Balcanes. Aparte de Moldavia, Ucrania -con el puerto de Odesa a tiro de piedra- ha sido un socio capital hasta la llegada al poder de Viktor Yushenko, que está haciendo suya la calificación, ya popular entre los diplomáticos, de Transnistria como vergonzoso “agujero negro de Europa”. El giro de Moldavia hacia la UE puede ser ahora determinante. Rusia se ha resistido a retirar sus tropas -a lo que se comprometió en 1999- mientras no se acuerde un estatuto para el territorio. Voronin se lo pidió a Moscú (esperando una rebaja en el precio del gas) y estuvo a punto de firmar el “memorándum Kozak”, elaborado por un asesor de Putin, que convertía a Transnistria en un estado federado. Pero el plan daba demasiadas ventajas a Tiraspol -y de rebote a Moscú-, sobre todo para el gusto occidental. En un ambiente de crisis, Voronin ha pedido un cambio en el marco de negociación para incluir a la UE, la OSCE, EEUU., Rumanía y Ucrania. Entre todos, tendrán que lograr que las fuerzas de paz rusas se marchen, seguramente para sustituirlas por tropas internacionales, y que Smirnov y Putin acepten algún tipo de autonomía para Transnistria aún por definir.

La región de Transnistria, escindida de facto de Moldavia desde hace más de una década tras una guerra que dejó 1.500 muertos, ha votado por una aplastante mayoría su separación definitiva de Moldavia y su integración en Rusia. Casi el 95% de los votos han sido afirmativos, en el referéndum celebrado, en este fecha, en el que el índice de participación ha sido del 77,63% . El referéndum ha recibido críticas en la comunidad internacional, que no reconoce a Transnistria, porque puede sentar un precedente para otras repúblicas ex soviéticas. El Gobierno de Moldavia ha advertido que no reconocerá de ningún modo los resultados.