El católico Robert McCartney muere apuñalado por elementos incontrolados de lRA aI al salir de un bar de Belfast.

El IRA anuncia la suspensión del proceso de desarme.

Las acciones criminales del Ejército Republicano Irlandés (IRA) de los últimos meses han provocado una dura respuesta en EEUU., donde tanto la Administración Bush como destacados miembros del lobby proirlandés han adoptado ya medidas políticas y económicas de castigo contra el Sinn Fein. La decisión más dolorosa para el movimiento nacionalista republicano ha sido la prohibición de que el Sinn Fein pueda recaudar fondos entre sus simpatizantes en EEUU. El apuñalamiento mortal de Robert McCartney hace unas semanas a la salida de un bar de Belfast, así como un robo bancario -con secuestro incluido- perpetrado en diciembre pasado, ha encendido las alarmas en Washington, donde desde el 11-S rige la tolerancia cero frente a la violencia terrorista. Ahora resulta mucho más dificil que antes encontrar en esta orilla del Atlántico comprensión o simpatías por los actos del IRA. Los últimos acontecimientos han herido la respectabilidad ganada por el Sinn Fein desde los acuerdos del Viernes Santo, hace siete años.

Las hermanas del asesinado McCartney desoyen al IRA e insisten en presentarse a las elecciones. La cruzada de las cinco McCartney está haciendo un daño enorme al movimiento republicano porque simbolizan la oposición a la violencia dentro de la propia comunidad católica y tienen un impacto mucho mayor que cualquier cosa que digan los gobiernos. La banda republicana ha intentado por todos los medios cerrar el caso, expulsando a tres de sus miembros que estaban en el pub donde se produjo el asesinato, pidiendo a los culpables que se entreguen a las autoridades, suspendiendo a siete militantes del Sinn Fein, ofreciéndose a “hacer justicia a su manera”, y ahora advirtiendo a las hermanas de las “repercusiones” de sus actos, mientras ningún testigo se atreve a saltar a la palestra. Pero el affaire es como una bola de nieve que crece más y más, y rueda cada vez más deprisa hacia un momento decisivo en la historia del Ulster: la separación definitiva del IRA y el Sinn Fein.

Gerry Adams afirma, en el inicio de la campaña electoral británica, que el triunfo del proceso de paz deja sin sentido la existencia del IRA y lanza una consulta en el seno de este movimiento.

El IRA pone, en la fecha, formalmente fin a tres décadas de violencia ordenando a sus militantes que depongan las armas y busquen la unidad de Irlanda por medios pacíficos y democráticos. La histórica declaración fue recibida con entusiasmo por el Gobierno Blair, indiferencia en Belfast y escepticismo entre los protestantes. Desde su primera tregua, hace más de una década, el IRA ha avanzado hacia la paz con una política de incrementos marginales, dos pasos adelante y uno atrás, para que el tren llegase a la estación sin que se desengancharan por el camino los vagones más radicales, imbuidos de una noción histórica de la organización como banda paramilitar dedicada a buscar la unidad de Irlanda a base de ametralladoras y bombas, y para quienes “entregar las armas” era una negación de su propia identidad. Después de casi treinta años de lucha armada, y de causar la muerte de 1.770 personas entre civiles, policías y soldados británicos, el IRA proclama que “hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz, y el tiempo de la paz ha llegado”.

Tony Blair, grandilocuente como pocas veces, califica el anuncio del IRA de “acontecimiento de magnitud incomparable que puede cambiar definitivamente el terror por la política en Irlanda”. Pero lo que para unos es historia, para otros – los unionistas- son simplemente palabras. El reverendo Ian Paisley, el líder protestante con más poder político y respaldo popular, reitera que los comunicados republicanos son como el dinero, papel mojado si no se usan. El énfasis ha pasado inmediatamente de la teoría a la práctica, dado el empeño de los dirigentes unionistas en “ver con sus propios ojos” – tal vez con pruebas fotográficas- que la destrucción de los arsenales del IRA es real y no un nuevo golpe propagandístico. Los paramilitares republicanos han entablado hoy mismo contacto con el general canadiense John de Chastelain, presidente de la Comisión Internacional de Desarme, para ponerse de acuerdo en los detalles de una compleja operación que será supervisada por un sacerdote católico y otro protestante. Las pistolas, fusiles, ametralladoras y explosivos de la banda están ocultos bajo tierra en depósitos repartidos por el territorio de la República de Irlanda.

Gerry Adams, líder del Sinn Fein – brazo político del IRA- insiste, en la fecha, en Dublín: “Hablemos, dialoguemos… No perdamos la oportunidad; hay un nuevo futuro”. Pero la reacción ha sido escéptica tanto entre la comunidad protestante como entre los habitantes del Ulster, acostumbrados ya a los altibajos del proceso de paz. En los últimos años la banda ha volcado su criminalidad en robos de bancos y supermercados, tráfico de drogas, extorsiones y sobornos, falsificación de dinero y otros delitos comunes. Tras proclamar el fin de la lucha armada, lo más difícil para el IRA no va a ser la destrucción creíble de sus arsenales, sino el fin de un comportamiento mafioso que sus militantes llevan en la sangre, y para muchos de los cuales es un medio de vida (en las barriadas católicas sus dirigentes ejercen de administradores de los servicios sociales, policías, jueces y verdugos). La inteligencia británica cree que el robo del Northern Bank de Belfast en vísperas de la pasada Navidad, con un botín de 40 millones de euros, tenía como fin crear un fondo de pensiones para todos los que a partir de la declaración de hoy se han quedado sin trabajo.

El IRA anuncia el fin de la lucha armada e inutiliza sus arsenales

El IRA ha renunciado a las armas pero los protestantes niegan que ello sea posible mientras el IRA siga ganando dinero a espuertas en operaciones que en la mayoría de los casos están fuera de la ley, aunque también invierte en pubs, restaurantes y clubs nocturnos, controla varias compañías de taxis de Belfast, y es dueño de gasolineras y asilos para ancianos que le dejan pingües beneficios. En efecto, el IRA posee una magnífica cartera de negocios valorada en 300 millones de euros anuales y que incluye la falsificación de botellas de vodka y camisetas de fútbol, el contrabando de gasolina, cigarrillos y cabezas de ganado, la recogida ilegal de basura y la consultoría a otras bandas armadas