Finaliza el I Concilio Ecuménico de Constantinopla (II Ecuménico). Queda reafirmado el símbolo niceno.


GREGORIO de Nisa ataca el arrianismo en el I Concilio de Constantinopla del 381 usando para ello base de filosofía platónica; afirmando la unidad y la Divinidad de las tres personas en una sola idea divina, tres personas distintas en un solo Dios verdadero. Según GREGORIO de Nisa la unión de las dos naturalezas en Cristo es tan fuerte que se puede hablar tranquilamente de un hombre omnipotente o de que Dios fue crucificado (teoría que se llamará luego communicatio idiomatum). Este Concilio pone fin al ascendiente arriano al reafirmar el símbolo niceno y al elaborar un Símbolo de la Fe (Credo) que completa el definido en Nicea. De ahí el nombre de «símbolo niceno-constantinopolitano» con el que es conocido y rezado. (Es el Credo más largo, que aún hoy rezamos en la eucaristía de los domingos). Al abordar el tema del Espíritu Santo, algún obispo abandona el aula conciliar, pues niega su divinidad.