JUSTINIANO I obliga al papa VIGILIO -prácticamente como su prisionero- a viajar a Constantinopla. Allí intenta obligarlo a dejar sin efecto las conclusiones del concilio de Calcedonia de 451, a lo que responde el pontífice con un fallido intento de huida que empeora más la situación. JUSTINIANO I destierra y somete al Papa aunque por breve espacio de tiempo a trabajos forzados, así como a cuantos no admiten la condenación de los «Tres Capítulos». Convencido el Papa VIGILIO de que la condenación es justa, publica, en la fecha, un segundo «Constitutum» en el que ratifica la censura contra la persona y escritos de Teodoro de Mopsuestia y condena los discutidos escritos de Teodoro de Ciro y de Ibas, pero no sus personas. Con esto, queda confirmado, en lo sustancial, el Concilio II de Constantinopla y se permite al Papa su regreso a Roma. Desde este momento se considera el accidentado concilio como ecuménico y, posteriormente, los sucesivos papas se esforzarán en que sea así considerado en Occidente.
