ENRIQUE VIII, harto de la leyenda de BECKET, manda exhumar su cadáver y juzgarlo. Sus huesos serán quemados.


Más de trescientos años después de la muerte de Tomás BECKET, arzobispo de Canterbury, su fama es aún tan grande en Inglaterra que el rey ENRIQUE VIII, harto de su leyenda, manda exhumar su cadáver y juzgarlo por usurpación de la autoridad papal. La tumba de Santo Thomas BECKET es destruida y los huesos del difunto, encontrado culpable, son quemados públicamente en la hoguera.