Los sumerios asocian al gobernante con la divinidad, convirtiéndolo en sacerdote-rey.


En Sumeria a fin de asegurarse de que las ciudades están adecuadamente organizadas y de que funcionan con eficacia en toda su complejidad, los gobernantes de las Ciudades-Estado sumerias han de ganarse el reconocimiento de una autoridad indiscutida. Para conseguirlo asocian al gobernante con la divinidad, convirtiéndolo en sacerdote-rey, capaz de interceder ante los dioses de parte de su pueblo, a fin de asegurarse que todas las actividades de la ciudad sigan siendo prósperas. Los sumerios crean, en consecuencia, una jerarquia sacerdotal encargada de la burocracia de la Ciudad-Estado. Se edifican templos para que sirvan de casas a dioses y sacerdotes, de archivos gubernamentales, de silos para el cereal, etcétera. La religión se ha institucionalizado y sirve de apoyo al Estado.

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