El gran imperio de CRESO -Lidia- cae ante el ejército de CIRO.


CRESO de Lidia -famoso por sus riquezas- advierte con alarma los progresos del persa CIRO II. Ha concluido una alianza con NABONIDO de Babilonia, y cuando esta capital cae, comprende que se verá obligado a emprender una arriesgada acción por sí mismo. Hay un relato al respecto, según el cual envía un mensajero a Delfos para consultar al oráculo qué sucederá si ataca a CIRO. El oráculo responde que si lo hace, «caerá un gran Imperio». CRESO da por sentado que el Imperio que va a caer es el persa. Ataca y es rechazado. CIRO conduce entonces su ejército al interior de Lidia, y pese a que los lidios le superan en número, el hecho de haber llevado la iniciativa en la batalla, le vale una completa victoria. Sin embargo, el vencedor se muestra generoso y perdona la vida a CRESO, tomándole a su servicio. Lidia desaparece de la historia. El gran Imperio que cae es el del propio CRESO. Las ciudades griegas de Asia y las islas costeras, a excepción de Samos, pasarán ahora a formar parte del Imperio persa. CIRO se muestra menos tolerante con las ciudades jonias de lo que ha sido Lidia, y por ello sólo se apoya en los tiranos que rigen dichas ciudades con total sumisión a los designios persa