Clemente XII sabe rodearse de eficaces colaboradores escogidos dentro de su propia familia.


En la Ciudad Eterna, el papa CLEMENTE XII, hace construir la nueva fachada de la Basílica de San Juan de Letrán (obra adjudicada por concurso al arquitecto Alessandro Galilei), comienza los trabajos de la Fontana di Trevi (que encarga al arquitecto Nicola Salvi a pesar de haber perdido en concurso organizado al efecto), restaura el Arco de Constantino y construye el palacio gubernamental de la Consulta en la colina del Quirinal. También manda empedrar las calles de Roma y las principales carreteras que llevan a la ciudad. Asimismo, bajo su pontificado es construido el puerto de Ancona, con una carretera que brinda un fácil acceso al interior. Aunque desde poco después de ser elegido papa, CLEMENTE XII ya está completamente ciego, sabe rodearse de eficaces colaboradores escogidos especialmente dentro de su propia familia y de la clientela de la misma, en un ejercicio de nepotismo que en este caso resulta muy útil. Con todo, la fiebre constructora de su pontificado y la regresión ecónomica en los territorios de los Estados de la Iglesia dejarán las finanzas papales a unos niveles de precariedad parecidos a los que ha encontrado cuando inicia su pontificado.