Se aprueba la “ley del timbre” (“Stamp Act») por la que los colonos de Norteamérica han de colaborar.


El 22 de marzo de 1765, los británicos aprueban una “ley del timbre” (“Stamp Act») por la que los colonos de Norteamérica deben adquirir unos timbres especiales y adherirlos a todos los documentos oficiales, periódicos, licencias y una variedad más de papeles. Los timbres cuestan dinero, claro está, que va a parar a las arcas del tesoro británico. Una tempestad de angustia se levanta en las colonias, y se organizan boicots a los artículos británicos, con tal efectividad que llevan la zozobra al mundo de los negocios.