En 1388, un año después de la muerte de Pedro el Ceremonioso, la despreocupación por la política mediterránea lleva consigo la pérdida de los ducados de Atenas y Neopatria que durante setenta años (1318 a 1388) han formado parte nominal de la Corona de Aragón. La Gran Compañía había entrado en Atenas como vencedora en 1311, pero es obligada, vencida a su vez, a abandonar la ciudad, tres cuartos de siglo después (1388) por los Acciaiuoli, familia florentina que posee ya el Atica y parte del Peloponeso: la Acrópolis de Atenas cae en sus manos en 1388 y el castillo de Neopatria lo hará en 1390. A la ciudad actual no le dejan nada digno de mención, salvo una reputación más bien siniestra, sin haber imprimido la menor huella en la cultura y en el lenguaje. Por la pérdida de estas posesiones, JUAN I y su última esposa serán muy impopulares.
