JUSTINIANO I está convencido de que la fe cristiana es la base de su legitimidad y de cualquier otro gobierno justo en la Tierra. Hay numerosos ejemplos de que el cristianismo ha impregnado la labor de JUSTINIANO: declara ilegal la venta de niñas para la prostitución, funda hogares de acogida para las prostitutas que desean abandonar su ocupación, etc. De esta cosmovisión nace la norma de que la moral de los funcionarios debe ser supervisada por los obispos. Por otra parte, se perderán muchas obras literarias de la época, porque JUSTINIANO mandará quemar toda la literatura herética. Creará una escuela en Constantinopla para sustituir la de Atenas que obligará a cerrar y mandará compilar el «Corpus iuris civilois y las Novelae» (recopilación de la legislación conciliar).
