SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA (1909)

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En Barcelona, tanto el anarquismo como la alta burguesía se decantan por la violencia y la acción directa.


A principios del siglo XX, conviven en Barcelona dos sociedades opuestas y enfrentadas: la de los trabajadores y la de los patronos. El anarquismo arraiga con fuerza y opta por la violencia. Frente a esto, sectores de la alta burguesía también se decantan por la acción directa y contratan a pistoleros para defender sus fábricas. Por otra parte, el siglo XX alumbra con propuestas que atentan contra el orden establecido. Los ecos de la teoría darwinista en el pensamiento del momento echan a Dios del centro de todas las cosas. Las guerras coloniales y los conflictos vividos en España y Europa causan una corriente continental antimilitarista y anticolonialista. Demasiados temblores en los cimientos de una sociedad que, en muchos aspectos, es casi más feudal que industrial. Al otro lado de la calle, una alta burguesía que ha pasado a la historia como ilustrada financia importantes obras arquitectónicas (como el Palau de la Música, el hospital de Sant Pau o el Palacio de Justicia). Pero las carencias de los más débiles no son atendidas por el Estado, también débil, sino por una caridad que en ocasiones se convierte en afrenta.

La educación es uno de los principales caballos de batalla durante los primeros años del siglo en Barcelona.


La educación es uno de los principales caballos de batalla durante los primeros años del siglo XX en Barcelona. El estado burgués en Europa está virando hacia el laicismo, corriente que también llega a España, lo que causa pavor en el Vaticano y también entre el rico sector industrial catalán. En nuestro país, la Iglesia detentaba prácticamente el monopolio de la educación, y veía con temor los nuevos métodos de formar a la infancia y la penetración en las aulas de teorías como el darwinismo. Éste fue uno de los factores que más entró en colisión en la sociedad de inicios del siglo. Por un lado, la Iglesia, respaldada por la monarquía y la burguesía, que consideraban el colegio una fórmula más de mantener el orden establecido. Por otro, las tendencias laicistas, que perseguían una nueva organización del tiempo, un mayor conocimiento y el asociacionismo.

En África, se piden refuerzos a la península y comienza la lucha (Guerra de Melilla 1909-1913).


La presencia comercial y minera española en el norte de África es ya muy intensa. En esta fecha, las tribus que no acatan al sultán marroqui declaran la guerra santa y atacan a los obreros españoles que construyen líneas férreas que unen Melilla con las minas del Rif -en las que tiene fuertes intereses económicos la familia del conde de ROMANONES y a lo que parece no es ajeno el propio ALFONSO XIII- próximas a Melilla, a cuya ciudad se acercan los rebeldes. Se piden refuerzos a la península y comienza la lucha (Guerra de Melilla 1909-1913). De hecho, en España, tras la pérdida de las colonias ultramarinas, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, los dirigentes monárquicos, optan por proseguir una aventura exterior con el fin de recuperar algo del antiguo prestigio internacional. El ejército necesita también una oportunidad para desquitarse, ésta no puede ser otra que Marruecos, rica en minerales de hierro cuya explotación supondrá un excelente negocio para algunos capitalistas españoles.

En julio de 1909, la feroz colisión entre los dos mundos barceloneses culminará finalmente.


En julio de 1909, la feroz colisión entre los dos mundos barceloneses culminará finalmente. Dios contra secularización; escuela laica contra católica; republicanismo contra monarquía; obrerismo contra patronos; librepensamiento contra conservadurismo; antimilitarismo contra expansión. Solo falta una chispa que prenda la mecha, y viene de la mano de un episodio militar. La pérdida de las colonias cubanas y filipinas ha dejado a los militares un regusto amargo y a los industriales sin las materias primas necesarias: precisan, por tanto, de una nueva aventura. Y los ojos están puestos en Marruecos.

La mayor parte de la población no ve claro que sea necesario jugarse la vida por unos intereses personales.


La mayor parte de la población no ve claro que sea necesario jugarse la vida por defender unos intereses que se entienden como estrictamente personales de unos cuantos que han invertido en Marruecos. De estas personas la que suscita más animadversión es el Marqués de COMILLAS, que está vinculado a todo aquello que el pueblo detesta: tiene intereses en las minas del Rif, transporta a los soldados en su compañía naviera Transmediterránea y es un mecenas de las comunidades religiosas. La movilización de reservistas en la península para el ejército de África provoca manifestaciones contra la guerra, en Madrid, Zaragoza, Alcoy, La Rioja y, sobre todo, Barcelona

La mayor parte del reclutamiento se lleva a cabo en Catalunya.


MAURA, quizá pensando que la mejor forma de que los catalanes se sientan unidos al resto del país es que entren en un conflicto bélico en el Norte de África, recurre a la tercera brigada, que está formada por reservistas catalanes casados. En general, la guerra de Marruecos siempre ha sido impopular entre las clases bajas pero ahora también lo es en las clases altas y todos los partidos piden a Antonio MAURA que se retracte de su decisión. Pero la operación sigue adelante. Así, pues, la mayor parte del reclutamiento se lleva a cabo en Catalunya, donde desde siempre ha sido impopular la causa del protectorado marroqui, ya que se entiende que en el norte de África se defienden los intereses económicos de la gran patronal. Por otra parte, todavía no se han borrado de la memoria colectiva las estampas amargas que a lo largo de la segunda mitad de 1898 y comienzos de 1899 han contemplado cuando regesaron de Filipinas y de Cuba los soldados que habían conseguido huir del desastre. Estos soldados eran casi cadáveres ambulantes, enfermos famélicos, que sobrevivieron algún tiempo pidiendo limosna por las calles barcelones

Ante la situación explosiva en África, el ministro de la Guerra español llama a los reservistas de1903 a 1905.


Ante la situación explosiva en África, el ministro de la Guerra, Arsenio LINARES, del gobierno español de Antonio MAURA, en vez de desplazar las tropas de la división reforzada creada en Madrid por el general PRIMO DE RIVERA o las del Campo de Gibraltar, especialmente preparadas para el caso, llama a los reservistas de 1903 a 1905 para formar un ejército expedicionario de 40.000 hombres y hacer frente a los rebeldes del Rif. Los contingentes que ahora se quieren enviar al África están conformados en todas las poblaciones de España por la juventud casada hacía poco y que había comenzado a trabajar en los oficios. Al llamarlos al frente, se rompen familias y se descompone la economía, no sólo familiar, sino también la del país. Las clases populares reciben la noticia como un puñetazo en el estómago, debido a la fórmula que en aquellos momentos se utilizaba para el reclutamiento, que en Cuba y Filipinas ya había hecho caer el peso de las contiendas sobre los hijos de los más desfavorecidos. El ingreso en un regimiento se podía obviar mediante el pago de una cantidad en metálico: 6.000 reales, cantidad que no estaba al alcance del pueblo (el sustento diario de un trabajador ascendía en la época aproximadamente a 10 reales).

Empieza en el puerto de Barcelona el primer embarco de tropas hacia Melilla.


En la fecha empieza en el puerto de Barcelona el primer embarco de tropas hacia Melilla, que se repetirá en los siguientes días. En estos embarcos se producen escenas patéticas, donde madres e hijos despiden a los maridos y padres en medio de una gran desolación y con el recuerdo bien vivo todavía del resultado de las expediciones de la guerra de Cuba y del retorno de bien pocos soldados. Al mismo tiempo, para añadir más elementos de tensión y de iracundia anticlerical, señoras de la burguesía barcelonesa reparten escapularios y otros objetos a los soldados que marchan.

Primeras manifestaciones espontáneas en la Rambla de Barcelona.


El embarque de tropas hacia Melilla produce ya las primeras manifestaciones espontáneas en la Rambla de Barcelona. Por la tarde del 19 de julio, una manifestación sube por la Rambla al grito de “Abajo la guerra” hasta que es disuelta por la fuerza pública. A partir de este día, las protestas en la calle se suceden diariamente. El gobernador de Barcelona publica un bando en el que prohibe la formación de grupos en la vía pública amenazando que de formarse se disolverán con la necesaria energía. Los ánimos entre la población estan muy encendidos ya que se extiende por Barcelona la sensación de ser una ciudad ocupada militarmente. Todos los periódicos de la oposición remarcan este hecho.

Una nutrida manifestación, lanzando gritos contra la guerra, se encamina hacia la Capitanía General.


Por la tarde, una nutrida manifestación, lanzando gritos contra la guerra, se encamina hacia la Capitanía General de Barcelona. Son recibidos por un destacamento de Seguridad que hace fuego, dispersando la marcha, con un nuevo derramamiento de sangre. Los activistas más denodados se esparcen por la ciudad dando versiones apasionadas del choque y animando a levantar barricadas, asaltar armerías y atacar edificios religiosos (Por la noche se queman los Maristas de Poble Nou). La revuelta escapa al control de los partidos de izquierda. El gobernador civil, Ossorio, quiere evitar la entrega del poder a los militares y acaba finalmente dimitiendo. Le sustituye el abogado valenciano Evaristo Crespo. El Ministro de la Gobernación, La Cierva, declara que el movimiento tiene carácter nacionalista y aisla Catalunya. Los sectores políticos más moderados pasan de la aceptación de la protesta al terror y, por otro lado, los participantes en los sucesos demuestran con su actuación que protagonizan una revolución que no tiene un objetivo preciso. No sólo no hay programas sino tampoco proclamas o panfletos que expliquen lo que pretenden los revoltosos.