Henri Grouès que así se llama el sacerdote conocido como abbé Pierre, nace en 1912, en Lyon, en una rica mansión burguesa de la rue Sala. Henri Grouès es hijo de una familia de fabricantes de seda desde hace tres generaciones; una familia profundamente católica, que los domingos tiene por costumbre ir a llevar un poco de dinero a las familias pobres, al tiempo que les cortan el pelo o les hacen la barba.

Henri Grouès estudia en los jesuitas y a los 19 años, en la fecha, en lugar de pensar en casarse y en seguir en el negocio familiar, entra en un convento de clausura franciscano (capuchino) bajo el nombre del hermano Philippe y reparte su parte de la herencia familiar entre los pobres.

Henri Grouès, el hermano Philippe, abandona la vida monástica debido a su delicada salud y,por consejo médico se traslada a los Alpes. En la fecha es ordenado sacerdote.

Henri Grouès, el hermano Philippe, entra en la Resistencia, donde adopta el nombre de guerra Abbé Pierre, y entre otras actividades se dedica a ayudar a judíos a escapar hacia Suiza. Detenido por los alemanes, logra huir y reunirse con el general De Gaulle en Arg Después de la Liberación será elegido diputado. Su caballo de batalla en la Asamblea Nacional, casi de una manera obsesiva será su preocupación por los que no tienen vivienda. Sus dietas de asambleista las emplea íntegramente en ayudar a los “sin techo” de su barrio de Neuilly- Plaisance cerca de París. Fundará “Los Traperos de Emaús”.

Henri Grouès, el hermano Philippe, es nombrado vicario de Grenoble en junio de 1942. Como tal, trabajará por acoger y salvar a numerosos judíos escapados de las redadas que hará la Gestapo en París y otras zonas ‘libres’. Organizará un laboratorio de falsos papeles y el paso de los judíos hacia Suiza. Los años 1942-44 los pasará en la clandestinidad. Participará en la Resistencia. En mayo de 1944 será arrestado por el ejército alemán en Cambo-les-Bains (Pirineos). Logrará huir a Argel.

Termina la guerra en Argel como capellán de la Escuela Naval Casablanca a bordo del acorazado Jean Bart, Henri Grouès es destinado a la Maison du Marin, en París, y es allí donde se encuentra con un amigo, político, que le da por muerto y hace de él un cura diputado, independiente, por la ciudad de Nancy, donde el flamante diputado jamás ha puesto los pies (la razón que da el amigo político al cardenal Suhard para obtener el permiso de convertir al amigo cura en diputado es que, dado que la mayoría de la Iglesia francesa ha apoyado el régimen de Vichy, un cura-diputado podría causar muy buena impresión en el Parlamento francés).

Henri Grouès ejerce de político, de 1945 a 1951, y se hará famoso por la radicalidad de algunas de sus propuestas, entre ellas la de declarar la muerte política y funcionarial a las personalidades que condecoradas con la francisca (la medalla de Vichy) no hayan lavado su honor mediante una acción heroica en la Resistencia (con lo que estuvo a punto de mandar al traste la carrera de un tal François Mitterrand).

Abbé Pierre -Henri Grouès- funda la primera comunidad Emmaüs, una iniciativa para acoger a marginados y hacer que sobrevivan por sí mismos por medio de la recuperación y el reciclaje, básicamente de ropa de segunda mano. También a través de la mendicidad.

Célebre será el llamamiento que hace Abbé Pierre, en la fecha, desde Radio Luxemburgo – \”¡Amigos míos, socorro! Una mujer acaba de morir congelada esta noche a las tres de la madrugada en la acera del bulevar Sebastopol…\”-, que levantará en todo el país una inmensa ola de solidaridad y cimentará su popularidad. Y a partir de entonces, el Abbé Pierre se convierte en un personaje mediático, en una estrella mediática, que opina de todo y de todos. La gente le aprecia, no por lo que dice, sino por cómo lo dice, porque, explican, no tiene pelos en la lengua y está dispuesto a cantarles las cuarenta al General De Gaulle, a la Iglesia francesa y al mismísimo Papa (aguardaba con verdadera devoción la desaparición de Pío XII, al que detestaba, y últimamente se permitía tratar de criminal a Juan Pablo II, al que aconsejaba jubilarse). Es el eterno enfant terrible y, al parecer, intocable.

Tras un largo periodo en la sombra, Abbé Pierre vuelve a buscar el efecto multiplicador de los medios de comunicación a mediados de los ochenta y durante cerca de dos décadas se erigirá en la conciencia de los franceses, y en el personaje más popular del país. Radicalmente independiente, nunca se casará con ningún partido político. Y, aunque disciplinado, se permite disentir de la doctrina oficial de la Iglesia cuando le parece oportuno.