GUERRA DE ESPAÑA Y EEUU. POR FILIPINAS (1898)

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En Filipinas, las manifestaciones de descontento se canalizan a través de determinadas asociaciones.


Los siglos de dominación española en Filipinas no han sido siempre tiempos de paz. Hasta 1896, las tropas españolas, que también han nutrido sus filas con regimientos de isleños, han resuelto los levantamientos contra la ocupación sin excesivos problemas. Pero el germen de la revuelta está sembrado. Las manifestaciones de descontento se canalizan a través de la aparición de determinadas asociaciones en la última década del siglo XIX. Unas han tenido un carácter vagamente autonomista y han hallado simpatías entre los demócratas y los masones españoles, como la Liga Filipina, fundada por José Rizal en 1892. Este político e intelectual pretende que el archipiélago abandone el régimen colonial para integrarse en las instituciones españolas. Otras, sin embargo, optan por una vía más radical, como ha sucedido con la Venerable Sociedad Suprema de los Hijos del Pueblo, conocida en tagalo como Katipunan. Se trata de una sociedad secreta constituida por revolucionarios e independentistas para conseguir la emancipación sin descartar los medios violentos, en contraste con el pacifismo de Rizal. El grupo, con Emilio Aguinaldo como líder más destacado, tiene tres grandes objetivos: luchar por la soberanía de Filipinas, promover una sociedad más solidaria y defender y extender los valores democráticos.

El militar y político español Camilo García POLAVIEJA, es nombrado Capitán General de Filipinas.


El militar y político español Camilo García POLAVIEJA, es nombrado capitán general de Filipinas (13/12/1896-15/4/1897) para dirigir la lucha contra los rebeldes. Al año siguiente es cesado por haber entrado en desacuerdo con la política colonial oficial.

En 1896, los independentistas tagalos se sublevan y hostigan a las tropas españolas a través de una guerra de guerrillas.


En 1896, los independentistas tagalos se sublevan y hostigan a las tropas españolas a través de una guerra de guerrillas. La respuesta del ejército colonial, al mando de general POLAVIEJA, es innecesariamente dura. Entre sus víctimas figura José Rizal, acusado injustamente de complicidad con el Katipunan. Por ello es detenido aquel mismo año, juzgado y fusilado -en la fecha- por las tropas coloniales. Su muerte supone un error de las autoridades de la isla y prende la mecha definitiva de la sublevación, avivada ya por las noticias de la revolución que ha dado comienzo en Cuba en 1895.

POLAVIEJA, Capitán General de Filipinas, es cesado. En su lugar, es nombrado Fernando Primo de Rivera.


La guerrilla, mal organizada, mal armada y para colmo dividida, se ve incapaz de liberar el archipiélago. Sin embargo, los españoles tampoco consiguen imponerse a pesar de la represión y de sus victorias parciales. En realidad, para hacer frente al írnpetu independentista, España opone muy pocas fuerzas. Según los cálculos, cuando se inician las hostilidades las tropas coloniales están compuestas por unos 14.000 hombres del ejército de tierra, en los que están integrados contingentes de guardias civiles y carabineros, a los que hay que sumar unos 3.000 de la armada. En total, unos 17.000 hombres, de los cuales dos tercios son nativos. Ante esta situación, Madrid sustituye, en la fecha, a POLAVIEJA por Fernando PRIMO DE RIVERA, un general que comprende la necesidad de negociar. A cambio de la rendición promete iniciar un proceso de reformas entre cuyos puntos figuran la igualdad de derechos entre nativos y españoles, autonomía económica para el archipiélago, expulsión de las órdenes religiosas y diputados propios en las cortes españolas.

Finalmente, el 23 de diciembre de 1897, PRIMO DE RIVERA y los rebeldes firman la paz de Byak-nabató.


Finalmente, el 23 de diciembre de 1897, PRIMO DE RIVERA y los rebeldes firman la paz de Byak-nabató. Los líderes independentistas, como Emilio AGUINALDO, emprenden el camino del exilio, no sin antes recibir dinero del gobierno español con el fin de asegurar su subsistencia en el extranjero. La paz, después de muchos esfuerzos, parece asegurada. Es ahora cuando entra en escena un actor imprevisto, EEUU.

En un contexto bélico entre España y EEUU. el cónsul norteamericano en Singapur promete la ayuda de EEUU. a AGUINALDO.


En un contexto bélico entre España y EEUU. el cónsul norteamericano en Singapur promete la ayuda de EEUU. a AGUINALDO si regresa a Filipinas para encabezar la insurrección contra la metrópoli. El líder nacionalista accede y vuelve a Cavite. Por entonces, la escuadra norteamericana ya está fondeada en aguas filipinas.

Los bancos, los fabricantes de acero, los del petróleo, los manufactureros quieren la guerra entre España y EEUU.


La guerra entre España y EEUU. es principalmente una guerra apetecida por los bancos, los fabricantes de acero, los que bregan con el petróleo, los manufactureros y hasta los misioneros. Aparentemente, el presidente MacKINLEY no quiere esta guerra, pero hay un gran número de personas muy influyentes -Henry Cabot Lodge, Teodoro ROOSEVELT, Alfredo Mahan- que la quieren y están respaldados por los periódicos. La guerra aumenta la circulación de los periódicos considerablemente. Los dos periódicos más importantes de la época y que piden la guerra son los que pertenecen a los dos Zares del periodismo de los EEUU.: William Randolf Hearst (1863-1951) y Joseph Pulitzer (1847-1911). Ambos han aprendido la lección de que las guerras venden periódicos, recordando la guerra civil de los EEUU.

En la capital colonial española del Extremo oriente, la flota española del Pacífico se despliega en el mar de Cavite, a la entrada de Manila.


En la capital colonial española del Extremo oriente, la flota española del Pacífico (ocho navíos de guerra mandados por el almirante Patricio MONTOJO) se despliega en el mar de Cavite, a la entrada de Manila, amenazada ya por mar y tierra. La escuadra norteamericana, con barcos de casco de acero frente a los cascos de madera de los españoles, se dirige a todo vapor hacia la entrada de la bahía de Manila. En las tertulias madrileñas se cree que los cruceros yanquis virarán en redondo ante la sola presencia de nuestra flota y que incluso las tripulaciones norteamericanas desertarán a las primeras de cambio.

Los estadounidenses invaden el archipiélago filipino el 1 de mayo de 1898.


Los estadounidenses invaden el archipiélago filipino el 1 de mayo de 1898. La flota comandada por el comodoro Dewey ataca en Cavite a la escuadra española del contraalmirante Montojo en un combate desigual que dura apenas dos horas. Dewey consigue hundir todos los barcos enemigos y causar 381 bajas, entre muertos y heridos. Todo ello a cambio de nueve heridos americanos. Es cierto que la armada española es inferior tanto por el número de barcos como por la calidad de los mismos. Ello, sin embargo, no explica la derrota por completo. Hay que contar también con la incompetencia de las autoridades militares españolas, que no saben preparar las defensas necesarias. Además, se da una circunstancia que aumenta la penuria del ejército: era muy difícil reemplazar las pérdidas humanas porque España se está desangrando en la guerra del Caribe. Por lo tanto, no llegan al archipiélago tropas de refresco veteranas, sino levas efectuadas de prisa y entre los sectores más populares de la ciudadanía, pues únicamente van a morir a las selvas del Pacífico aquellos cuyas familias no pueden pagar la redención del servicio militar, que es de 1.500 pesetas. Manila quedará asediada. (En todos estos conflictos, Gran Bretaña, teóricamente neutral, es netamente favorable a los EEUU.) Filipinas se declarará independiente el 12 de junio de este mismo año.

Los españoles son atacados por un grupo de insurgentes filipinos, comandados por Teodorico Novicio Luna.


Cerezo, teniente del ejército -natural de Cáceres- se encuentra voluntario en Filipinas. Embarca en Manila rumbo a Baler a principios de 1898, donde llega en febrero, junto al comandante del destacamento, el Teniente Juan Alonso Zayas y el recién nombrado Gobernador Civil y Militar del Distrito el Príncipe, el Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Fossi. A pesar de que entre Baler y Manila apenas hay 100 kilómetros, las comunicaciones por tierra son práticamente inexistentes, siendo el barco el medio habitual para la recepción de mercancías y noticias. Tras un breve periodo de tranquilidad, el 30 de junio de 1898, los españoles son atacados por un grupo de insurgentes filipinos, comandados por Teodorico Novicio Luna. Los españoles, se refugian en la iglesia del pueblo por ser el edificio más sólido y defendible en caso de prolongarse la situación.