La presencia rusa en Chechenia se remonta al siglo XVIII, durante el reinado de CATALINA II (1762-1796), época en que el Imperio zarista inicia la ocupación de aquella parte del Cáucaso. A mediados del siglo XVIII, el checheno Mansur Ushurma, que afirma que se le ha aparecido Mahoma en una visión para ordenarle que inicie la guerra santa contra los rusos, dirige un movimiento de resistencia contra la potencia invasora del Cáucaso. Mansur es capturado por fuerzas rusas en 1791 y morirá algunos años más tarde. En la actualidad sigue siendo un héroe nacional legendario para el pueblo checheno. En las décadas que siguen, los pueblos de las montañas comenzarán a establecer lazos económicos con los rusos, pero continuarán oponiéndose a la dominación política por parte de los zares.

Para conquistar Chechenia, región llave para el dominio del Cáucaso, los rusos llevan a cabo un genocidio a gran escala. Las tropas del zar no dudan en aterrorizar a la población local poniendo en práctica el incendio de aldeas, las deportaciones y los asesinatos masivos. A su vez, la sociedad tradicional chechena se ve alterada por la introducción de las bebidas alcohólicas y la ruptura del equilibrio de poder entre los clanes locales. Según el general Yermolov, los chechenos son salvajes que deben ser “pacificados” a través del único lenguaje que comprenden: la fuerza. Con este objetivo, Yermolov funda en 1819 Grozni (“terrible”, en ruso), un gran fuerte militar que hoy es la capital de Chechenia.

En la fecha, los chechenos junto a otros pueblos como los osetios y los daguestaneses, crean el emirato del Cáucaso septentrional. Sus delegados correspondientes firman en Batum un tratado con los otomanos.

Los bolcheviques suprimen en 1920 el emirato del Cáucaso septentrional en el que los chechenos participan junto a otros pueblos de la zona. Integrados en Rusia, esperanzados por la política de nacionalidades de Lenin, constituirán inicialmente la República Soviética de las Montañas (Gorskaya ASSR) el 20 de enero de 1921. Existirá hasta el 7 de julio de 1924.

El 15 de enero de 1934, los chechenos y los ingushes son obligados a integrarse en una sola república Checheno (Chechenia) -Ingush (Ingushetia), dentro de la Unión Soviética: la República Socialista Soviética de Chechenia-Ingushetia. A pesar de una apariencia de autogobierno, Chechenia continúa gobernada desde el Kremlin. En este sentido, poca diferencia entre la URSS y el antiguo imperio de los zares.

El régimen comunista supone para Chechenia una profunda transformación económica y social. En contraste con el pasado se alfabetiza a la población, se dan pasos hacia la emancipación de las mujeres, se crean hospitales y se introduce la electricidad. En términos industriales, la zona puede beneficiarse de la explotación del petróleo. Sin embargo no todo son actuaciones positivas. En el terreno de la agricultura, los campesinos vieron sus tierras colectivizadas a la fuerza. Mientras tanto el desarrollo de los núcleos urbanos hace entrar en crisis la sociedad tradicional, basada en la tribu y el clan.

En 1944, STALIN decide suprimir la república de chechenos e ingushes, en represalia por la presunta “colaboración masiva” de estos pueblos con los invasores alemanes. En efecto, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis invaden la zona y prometen reconocer su soberanía a cambio de obtener el respaldo de la población local. Pese a que no existen pruebas de que este apoyo llegue a materializarse, el dictador soviético Stalin acusa a los chechenos y a los ingushes de colaboracionistas. En la fecha, da la orden de deportación. Unos 387.000 chechenos y 91.000 ingushes con sus pertenencias son deportados a Asia Central. Su territorio y sus recursos se distribuyen entre los pueblos vecinos y los nuevos colonos rusos. Dos pueblos son arrancados de su tierra. Toda referencia a Chechenia es eliminada de mapas oficiales, libros y enciclopedias. Se calcula que el 45% de la población deportada muere durante la gigantesca operación y los años posteriores. La propia NKVT, policía secreta, reportará 144.704 muertos en la operación de deportación. Miles de cadáveres arrojados a los lados de las vías férreas serán el macabro vestigio de aquella operación.

En la fecha, un decreto de Kruschev amnistía a los chechenos y restablece la República de Chechenia-Ingushetia, permitiéndolos regresar a sus hogares, lo que en grandes rasgos se efectuará en 1959. Pero el gobierno soviético continuará con su política centralista. Las culturas de los pueblos no rusos encontrarán dificultades para expresarse libremente y las lenguas autóctonas experimentarán una situación de retroceso.

Bajo el liderazgo de YELTSIN, en junio de 1990, la RSFS de Rusia (RSFR) declara su independencia de la URSS.

Chechenia-Ingushetia se apunta al resurgir nacionalista y proclama su soberanía. Los dirigentes locales exigen de Moscú el reconocimiento como república federada. El único apoyo exterior de los chechenos proviene de los musulmanes que llegan desde diferentes países para combatir por su causa. Entre ellos destacan los miembros del movimiento wahabí (interpretación ultraortodoxa y beligerante del sunismo que es, por ejemplo, la fe dominante en Arabia Saudí. Los wahabíes son, pues, suníes fundamentalistas). El objetivo del movimiento wahabí, es instalar un único gobierno islámico en las tres repúblicas del Cáucaso -Ingushetia, Chechenia y Daguestán- como trampolín para luego ir añadiendo otra regiones de Rusia. Pero lo primero es lograr arrebatárselas al Gobierno de Moscú. Y en esto coinciden con los intereses de los independentistas chechenos.