La revuelta de los comuneros, que acaba en derrota, ha sido una revolución que ha pretendido subvertir el orden establecido para colocar en el poder a las clases populares en contra del Rey y la nobleza. Ha supuesto un intento de las ciudades por erigir un sistema de representación basado en el pacto entre el Rey y el reino. La derrota de las Comunidades supone la consolidación de la decadencia de las instituciones de carácer comunitario en Castilla. También significa la imposición, ya sin trabas, de un modelo político autoritario en el que el poder real apenas encontrará límites a su ejercicio. A partir de entonces se robustecerá más el poder de la gran nobleza señorial cuyos efectos sobre la economía autóctona serán devastadores.

Como consecuencia de la derrota de Villalar, las Juntas se han disuelto en la mayor parte de las ciudades castellanas. Sólo Toledo, defendida por el obispo Acuña, y por María Pacheco, esposa de Padilla, se mantiene hasta febrero de 1522.

CARLOS I pone rumbo a España, haciendo una escala en Inglaterra para firmar un acuerdo con ENRIQUE VIII con el fin de establecer la defensa de ambos países contra Francia, desembarcando en Santander en 16/7/1522. Encuentra una España pacificada y sometida y en la que los nobles que más se habían significado luchando junto a los comuneros, así como muchas ciudades, han dado muestras de lealtad luchando contra los franceses que intentaban ocupar Navarra en junio de 1521. Enterado por los respectivos gobernadores de todas sus gestiones en el tema de las germanias y de las comunidades, hace ejecutar a los más comprometidos en estos movimientos.

En octubre de 1522, CARLOS I promulga un perdón-ammistía del que exceptúa a más de 300 comuneros, los principales cabecillas. Aún a fines del siglo XVI, persistirán las huellas del conflicto, evidenciadas en las rivalidades de muchas familias castellanas.

Es ejecutado en Simancas, en la fecha, Antonio Osorio de Acuña. Prelado y político español. Obispo de Zamora (1507), contó con el apoyo de Roma y se enfrentó con insólita energía a enemigos tan poderosos como el Consejo de Castilla o el rey de Navarra. Encabezó la rebelión de los comuneros en Zamora y Tordesillas y Toledo le proclamó arzobispo. Tras la derrota fue encarcelado y sometido a varios procesos, sin que le valiese la absolución de Roma. Mató a un alcaide durante un intento de fuga y el propio emperador CARLOS I manda ejecutarlo poco después.