Las turbas y los migueletes de Ripoll asaltan el monasterio, haciendo burla y escarnio de las sepulturas de los condes, entre ellas la de Ramón Berenguer IV el Santo, su cadáver desenterrado y llamado a juicio por aquella turba de borrachos que le apostrofan y escarnecen. Berenguer el Santo después de los insultos es quemado. De su memoria, sólo queda una placa sufragada por los caballeros del Santo Sepulcro. El fuego y la destrucción que causan las turbas dejan al templo prácticamente en ruinas. (De todas maneras, aún se aguantaban enteros los muros de la nave central, la parte anterior y también uno de los campanarios, para poder afirmar que todavía la obra románica era susceptible de una resurrección digna. El afán de su? restauración crecía de día en día y fue todavía más estimulante con motivo del descubrimiento e identificación de los sepulcros de los condes.)

Los restos de VIFREDO el Velloso, son descubiertos en Ripoll el 5 de enero de 1875, así como los de RODULFO, su hijo. Existe una escritura pública en la que se da fe de la exhumación de estos restos: (CAGE/9/7954/18(2). (Los restos de VIFREDO son colocados en una arca situada actualmente en el fondo del crucero, a mano izquierda de la iglesia de Sta. Mª de Ripoll. Los de su hijo RODULFO se conservan en el arca colgada en el pilar inmediato al presbiterio, a mano derecha.)

Una de las campañas puesta en marcha por los sectores católicos afines al regionalismo es la restauración del antiguo monasterio de Ripoll, que se encuentra prácticamente en ruinas desde el desastre de 1835. Además del sentido religioso de la empresa, también la apoyan amplios sectores no confesionales, dado el simbolismo nacional de Ripoll. La obra es promovida por el obispo de Vic, Josep Morgades y Gili, con la ayuda del canónigo Jaume Collell y el apoyo económico de varias personalidades. La publicación del poema ‘Canigó’ del ‘poeta de Catalunya’ Jacinto Verdaguer favorece el clima para la recuperación del monasterio.

El obispo de Vic, Morgades, corona a mossèn Cinto como Poeta de Catalunya, en el Monasterio de Santa María de Ripoll. A continuación, mossèn Cinto realiza un viaje de peregrinación a Tierra Santa.

Después de siete años de reconstrucción activa, el obispo MORGADES consagra, por última vez, la basílica de Sta. María de Ripoll. A la distancia de mil años de la fundación, se reunieron en Ripoll, como en sus mejores tiempos, todas las fuerzas representativas con tal de reintegrar al culto la basílica ofrecida por los reconquistadores del país a la gratitud se su protectora Sta. María.