El gobierno real anuncia una sesión «regia» para el 23 de junio, con la finalidad de que el monarca haga entrar en vereda a los díscolos diputados y les constriña a «ocuparse única y exclusivamente de los impuestos» obligando, en la espera, ya que el alto clero y la nobleza se siguen resistiendo, a cerrar la sala en la que se reúnen los diputados.
REVOLUCIÓN FRANCESA (1788-1799)
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Los diputados del Tercer Estado y los del clero se reúnen -ilegalmente- en el local del «Jeu de Paume».
Los diputados del Tercer Estado y los del clero se reúnen -ilegalmente- en el local del «Jeu de Paume», frontón de Versalles, y allí juran la fórmula redactada por Sièyes, según la cual no se separarán ni dejarán de luchar hasta haber dado a Francia una nueva Constitución. (Juramento del Juego de la Pelota). El rey finge aceptar la situación, pero, entretanto, da órdenes a una parte del ejército que comienza a llegar a las proximidades de París.
Terminada la intervención real, el Tercer Estado se niega a abandonar la sala. La Asamblea Nacional continúa.
Al concluir la intervención del rey y una vez éste ha abandonado la sala, el Tercer Estado se niega a abandonar la sala de sesiones. Cuando el gran maestre de ceremonias, Dreux-Brézé, quiere dar a los diputados la orden de que se retiren, MIRABEAU, que es el mejor orador del momento, pronuncia las legendarias palabras: «Señor, id a decir a vuestro amo que estamos aqui por la voluntad del pueblo, y que no saldremos sino por la fuerza de las bayonetas». El Rey vuelve a dar la medida de su escasa talla. Refunfuña a media voz: «¿Quieren quedarse? ¡Pues…foutre, que se queden!». En realidad, el monarca no se siente muy seguro, rodeado por la llamada «Guardia francesa», muchos de cuyos miembros se declaran pertenecientes al Tercer Estado. Y la Asamblea Nacional continúa reunida.
En la sesión «regia», LUIS XVI ordena a los diputados que se reúnan por estamentos separados. Así se hace.
La sesión «regia» del 23 de junio no aporta ninguna solución. LUIS XVI ordena a los diputados que se reúnan por estamentos separados, anula todas las decisiones adoptadas por el Tercer Estado y propone un programa de reformas en el que admite la competencia financiera y fiscal de la Asamblea. Apenas va más lejos.
El clero acude a reunirse con el Tercer Estado. El propio LUIS XVI, invita a la nobleza a incorporarse.
El estamento del clero, consecuente con su voto del 19 de junio, acude, en la fecha, a reunirse con el Tercer Estado. El propio LUIS XVI, invita finalmente a la nobleza que se incorpore a los otros dos estamentos. Es posible que el monarca obre de buena fe al tolerar que la Asamblea Nacional continúe en sus funciones. Un optimismo general flota en el ambiente, y el propio MIRABEAU llega a acariciar la idea de que «se ha hecho una revolución, sin una sola gota de sangre». Esta Asamblea está dirigida por los políticos del Tercer Estado, que, unidos a algunos clérigos y nobles partidarios de las ideas revolucionarias, forman la mayoría de los diputados.
Pero el optimismo es precipitado. Millares de soldados se concentran alrededor de París.
Pero el optimismo es precipitado. La Corte no quiere rendirse tan fácilmente, por lo que los cortesanos y militares más adictos al «ancien régime», vuelven a captar la voluntad del Rey. Por otra parte, durante los primeros días de julio se concentran millares de soldados alrededor de París, al mando del barón de Besenval, que ha recibido la consigna -emanada desde Versalles- de «tener a raya a la fuerza, con la fuerza…». Casi todos estos soldados son extranjeros, principalmente alemanes, suizos, croatas, etc. No es cosa de extrañar, en aquellos tiempos, la abundancia de mercenarios, pero el pueblo francés los contempla con mirada hosca.
La Asamblea se define con el nombre de Asamblea Nacional Constituyente. El rey tiene que ceder.
La Asamblea, compuesta por los diputados de los tres órdenes, presidida por el arzobispo de Vienne, Le Franc de Pompignan, toma una decisión capital: se define con el nombre de Asamblea Nacional Constituyente. El alcance de esta votación es considerable porque la asamblea se atribuye un poder que la hace superior al monarca: el de redactar una constitución llamada a regular precisamente la organización de los poderes. El rey tiene que ceder de nuevo y aceptar los acuerdos adoptados por la nueva Asamblea. El antiguo régimen político ha muerto.
Los elementos más conservadores de la Corte logran la «dimisión» del Inspector General de Finanzas NECKER.
En día once de julio, los elementos más conservadores de la Corte logran forzar la «dimisión» del Inspector General de Finanzas NECKER, que cuenta con la confianza de la Asamblea y al que se atribuyen, acaso sin demasiado fundamento, ciertos proyectos de reforma fiscal.
Los poderosos pretenden mantener a toda costa la actividad económica. Desean controlar el poder político.
Los malos resultados de la cosecha de 1788 contribuyen a agravar las tensiones. Los precios de las subsistencias no han cesado de aumentar desde 1715, alcanzando un nivel record en las ciudades hacia mediados de julio de 1789. Las masas campesinas no productoras y los habitantes de las ciudades soportan difícilmente esta alza que disminuye su poder adquisitivo y les reduce a la penuria. Por otra parte, los que se han aprovechado del crecimiento en años anteriores -comerciantes, armadores, manufactureros, terratenientes y burgueses «con carrera»- pretenden mantener a toda costa la actividad económica y, para conseguirlo, desean controlar el poder político.
El desconcierto general se acrecenta en París por la falta de aprovisionamiento.
El desconcierto general se acrecenta en París por la falta de aprovisionamiento. La estúpida e imprudente frase de MARÍA ANTONIETA: «Si no tienen pan, que coman bollos», pasaba de boca en boca, y crecía, en tonos malignos, como una bola de nieve. Las concentraciones de tropas consiguen inesperadamente que se realice una unidad entre las masas populares y la burguesía ya que cunde el temor de que para someter a los parisinos se les corte el suministro de trigo, y el estacionamiento de tropas en las rutas de los transportes de trigo acredita esta interpretación. De esta manera se encuentran relacionadas reivindicaciones económicas y políticas entre los parisinos y, en consecuencia, éstos se disponen a responder.