RASPUTÍN es recibido por el archimandrita Teófanes, confesor de la zarina ALEJANDRA, que está muy impresionado por la personalidad del monje.
RASPUTÍN (GRIGORI YEFIMOVICH NOVICH)
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Llega a S.Petersburgo, Grigori Yefimovich Novich, llamado RASPUTÍN.
Llega a S.Petersburgo, Grigori Yefimovich Novich, llamado RASPUTÍN (libertino), se presenta como «staretz» (monje) y empieza a frecuentar los salones aristocráticos. Anteriormente ha estado en los monasterios de Verjoturie y en el del monte Athos en Grecia. Es un clérigo de unos 35 años, siberiano, de imponente aspecto y mirada de iluminado. Ha abandonado a sus esposa y sus tres hijos y es seguidor de la secta de los klysti que predica que sólo el pecador arrepentido puede encontrar la verdadera salvación. Pero para poder arrepentirse primero se ha que pecar, y RASPUTÍN exige ambas cosas. Aunque siempre va desaliñado y despide un hedor que al embajador francés le recuerda «el de un macho cabrío», ejerce una?enorme fascinación sobre las mujeres. Varias aventuras amorosas aumentarán aún más su enigmática fama.
Unos meses después, RASPUTÍN se convierte en huésped asiduo de las princesas y de palacio.
Casi dos años después, en noviembre de 1905, RASPUTÍN se convierte en huésped asiduo de las princesas que lo introducen en el palacio imperial de los zares. El motivo de las visitas de RASPUTÍN al palacio de los zares es, en un principio, la grave enfermedad del príncipe heredero Alexei Nikolaievich. El zarevich, nacido en 1904, sufre fuertes hemorragias internas a la menor contusión. Lógicamente su madre, la zarina, está obsesionada por sanarlo y cuando la medicina académica no da más de sí se recurre, algunas veces, al curanderismo. Muchos testigos afirman que sólo RASPUTÍN puede detener aquellas hemorragias. En la fecha, NICOLÁS II constata en su diario: «He conocido a un hombre santo llamado Grigori de la provincia de Tobolsk». Más tarde, sin embargo, los contactos entre el palacio imperial y el monje se realizarán a través de una dama de la corte que es confidente de la zarina.
RASPUTÍN con sus poderes hipnóticos ejerce sobre la zarina ALEJANDRA una influencia ilimitada.
RASPUTÍN, al igual que en los salones, nunca se muestra sumiso en el palacio. Por ejemplo, jamás da el tratamiento de «majestad» al zar y a su esposa, sino que le llama «batiushka» y «matiushka» (padrecito y madrecita), lo que impresiona enormemente a la zarina Alejandra. Con sus poderes hipnóticos ejerce sobre la zarina ALEJANDRA una influencia ilimitada que, a su vez, con su fuerte carácter, domina la voluntad de su esposo, el zar NICOLÁS II.
La opinión pública rusa está convencida de que RASPUTÍN es el amante de la zarina.
Los ecos de este ambiente llegan a la calle y los rumores se hacen devastadores. La opinión pública rusa está convencida de que RASPUTÍN es el amante de la zarina y que sus doncellas celebran orgías con el clérigo, cosa que una investigación del Gobierno provisional en 1917 descartará como falsa. La Rusia de NICOLÁS II es un país que ha perdido su prestigio de gran potencia.
RASPUTÍN tiene desavenencias con la Iglesia al conseguir el nombramiento de un arzobispo amigo.
Los zares se han acostumbrado a RASPUTÍN, su presencia ya es familiar en palacio, pero a medida que se mezcla en asuntos de estado va creándose enemigos. Primero ha tenido desavenencias con la Iglesia, al conseguir, en contra de la opinión del Santo Sínodo, que el zar nombre arzobispo de Tobolsk en 1911 a un tal Varnava, un monje sin apenas formación pero amigo suyo.
Hasta los nombramientos de los altos cargos y los contratos de suministros pasan por RASPUTÍN.
Hasta los nombramientos de los altos cargos y los contratos de suministros pasan por las manos de RASPUTÍN. Es el impulsor de la destitución del primer ministro Khvostov —que se ha negado a recibirle—, del nombramiento de Sturmer como presidente del Consejo y del de Protopopov como ministro de la Gobernación. Y así un largo etcétera. RASPUTÍN conseguirá ser para la aristocracia y la alta burguesía un terrible adversario.
NICOLÁS II ordena que se proteja a RASPUTÍN como si de un miembro de la familia real se tratase.
Es el miedo a que maten a RASPUTÍN por envidia, y no por otro motivo, el que lleva a NICOLÁS II a ordenar a la policia secreta que proteja a RASPUTÍN como si de un miembro de la familia real se tratase. Los agentes le guardan las espaldas muy celosamente y llevan un diario en el que toman nota de cada uno de sus pasos. Todos confirman su reputación de juerguista y, sobre todo, de mujeriego. Abundan las notas de esta guisa: «Ha vuelto a casa a las siete de la mañana completamente borracho». Y otras: «Acosa a las damas con proposiciones indecentes». Un espía dice haberle observado durante una jornada en la que solicitó los servicios de tres prostitutas, mientras que el gobernador de Moscú y jefe de la policía, Vladimir Dzunkovsky, relata cómo en una ocasión el protegido del zar exhibió sus genitales mientras conversaba con las cantantes de un restaurante. Tratándose de un hombre tan poderoso, se critica y se comenta abiertamente su vida licenciosa en la corte.
El momento más brillante de RASPUTÍN llega con el estallido de la primera guerra mundial.
La influencia de RASPUTÍN en la corte de los zares adquiere una mayor relevancia política con el estallido de la primera guerra mundial, en la que Rusia está del lado de las potencias aliadas contra los imperios centrales de Europa. La influencia política de Rasputín se mantendrá a lo largo de esos convulsos años y casi hasta el fin de la monarquía. Tendrá momentos de verdadero apuro, pero siempre contará con un apoyo incondicional, el de la zarina. Cualquier duda que pueda albergar Nicolás II (por informes y quejas que le lleguen) sobre su poderoso valido queda anulada por su esposa Alejandra. Ella está auténticamente subyugada por RASPUTÍN. Tal es la necesidad que Alejandra tiene de RASPUTÍN que le aterroriza su pérdida. «Si no le tuviéramos a él, ya haría tiempo que todo habría terminado, estoy completamente persuadida de ello.»
ALEJANDRA, esposa de NICOLÁS II, pasa a encargarse de las tareas representativas de su marido.
Desde que el zar NICOLÁS II asume en septiembre de 1914 el mando supremo del ejército para ocuparse de la evolución de los acontecimientos militares durante la Primera Guerra Mundial, ALEJANDRA -su esposa- pasa a encargarse de las tareas representativas de NICOLÁS. ALEJANDRA FIODOROVNA es nieta de la reina Victoria de Inglaterra y profundamente religiosa.