China no es desmembrada, como se llega a considerar, y se mantiene en el trono a la dinastía QING. La emperatriz regresa a Pekín y vuelve a gobernar. Meses después del fin de la guerra, los occidentales disponen de 45.000 soldados en el Norte de China. Los aliados se apoderan de varios puntos y enclaves en la costa del país y reafirman su control de las legaciones y, hasta cierto punto, de la propia capital. Quienes salen más beneficiados son Rusia y Japón: la intervención les sirve de pretexto para reanudar su brutal política imperialista. Rusia sitúa tropas en la frontera manchú y prolonga el ferrocarril Transiberiano hasta Port-Arthur.

El gobierno chino se ve obligado a aceptar las condiciones de paz impuestas por los aliados, aunque el documento no se firmará hasta enero de 1901. “El Protocolo de los Boxers”. Los chinos deberán pagar una enorme indemnización (450 millones de dólares-plata o, lo que es lo mismo, 1.750 millones de francos-oro) y Pekín se endeuda de nuevo con las potencias que recibirán a cambio nuevas concesiones. El pago de estas indemnizaciones provocarán disturbios causados por la mayor presión fiscal y retrasan la evolución de China en un momento en que parece se están dando las condiciones para su desarrollo económico e industrial. A China se le prohibe “manifestar hostilidad” hacia los extranjeros del país; no podrá importar armamento; deberá desmantelar los fuertes de Dagu; los aliados controlarán el ferrocarril Pekín-Tianjin; algunos altos dignatarios deberán ser ejecutados -la emperatriz concede permiso a los jefes del movimiento para que se suiciden- y la Corte enviará “embajadas expiatorias” a Occidente.

Durante el otoño y hasta comienzos de 1901, continúan las operaciones contra los bóxers y el ejército chino hasta su derrota total.

Gran Bretaña y Alemania anuncian, en la fecha, que han formado una alianza para conservar la integridad territorial de China y mantener los puertos del país abiertos al comercio mundial. El acuerdo ha sido alcanzado el 16 de octubre por el primer ministro Lord Salisbury y el barón von Hatzfelt, embajador alemán en Gran Bretaña. Los diplomáticos franceses y rusos en Londres dicen que el acuerdo no modifica sustancialmente las declaraciones hechas en París y San Petersburgo sobre el mismo tema.

En la fecha, la emperatriz de la China, Tseu-Hi, accede a las demandas europeas.

Firma del protocolo de paz -Tratado de Xinchou- por parte de China y los aliados una vez acabada la guerra de los bóxer. La sublevación bóxer, ha sido básicamente una rebelión contra la influencia extranjera en China y servirá para que las grandes potencias occidentales entiendan que no deben menospreciar el patriotismo chino. Los chinos deberán pagar una enorme indemnización, en forma de más concesiones a las diversas potencias. Las legaciones serán ampliadas, se establecerán por doquier guarniciones extranjeras, y Rusia se hará con la práctica totalidad de Manchuria.

Los EEUU. acaban devolviendo a China la mitad de su parte en la indemnización por el tema de la Guerra de los boxers y dedican el resto a la formación de 1.100 estudiantes chinos en Norteamérica. Esto sentará un honroso ejemplo que otras naciones no seguirán.