CARLOS III ordena, en la fecha, el sistema obligatorio de reclutamiento de soldados para el ejército. El reclutamiento se hará mediante un sorteo -cosa que no se hace desde 1726- en la proporción de un joven soltero por cada cinco (un quinto) sin permitirse ningún tipo de sustitución. La duración del servicio militar se fija decreciente según la edad: ocho años para los jóvenes entre 17 y 24 años, siete para los de 24 a 30 y seis para los de 30 a 36 años.

Se produce en Barcelona “l’avalot de les quintes”. El reclutamiento obligatorio ordenado por CARLOS III en 1770 no es querido de ninguna de las maneras por los catalanes que prefieren el voluntariado. Por eso, cuando se dice que va a aplicarse el decreto en Barcelona y, por tanto, quintar de entre los solteros de los 17 años a los 36, muchos jóvenes huyen de la ciudad, pero otros encuentran ya las puertas cerradas. El enfrentamiento entre los revoltosos y el ejército se produce en el Portal Nou, donde los tiros de los guardias hieren a varios jóvenes. Algunos de los que no han podido escaparse, hacen que la segunda “Honorata” la campana del reloj de la catedral de Barcelona, vuelva a llamar a “sometent”. La autoridad ordena que sea troceada por el verdugo y que los trozos se arrastren por las calles de Barcelona. Hay una protesta generalizada y al fin una delegación irá a Madrid a buscar solución al problema. El método encontrado es hacer ver que hay sorteo pero continuar con el tradicional sistema de voluntariado. Momentáneamente, pues, las quintas son suprimidas en Catalunya, pero el problema continuará durante buena parte del siglo XVIII.

En España, la abolición de las quintas es una de las reivindicaciones de los grupos demócratas y republicanos a lo largo del siglo XIX. Finalmenson abolidas el 22/2/1873.