UNIÓN DE ARMAS

Total de piezas: 6

El modelo de organización política castellano es el que quiere imponerse en los otros reinos.


Para evitar este inconveniente, el conde-duque se fija un doble propósito. En primer lugar impulsar un cambio profundo en las estructuras de la Monarquía, adecuando las instituciones a las necesidades del momento. Como Castilla es la que menos obstáculos pone a las peticiones de la política imperial, es el modelo de organización política castellano el que debe imponerse en los otros reinos. En segundo lugar, OLIVARES se propone acabar con el exclusivismo castellano en la administración, ofreciendo cargos públicos (políticos, militares o administrativos) a gentes de todos los reinos, es decir, a cualquier vasallo real. Ambos propósitos coinciden en un mismo objetivo: construir un país unido y compacto que deje atrás lo que el conde-Duque consideraba diferencias arcaicas.

El ultimatum del rey sienta mal, pues los catalanes, no están obligados a ninguna clase de servicio.


El ultimatum del rey sienta mal, pues los catalanes, según sus fueros, no están obligados a ninguna clase de servicio y, además, las rentas atrasadas equivalen a la ruina para muchas poblaciones. Por otra parte, hay una tregua en el conflicto europeo y no se entiende a que vienen tantas prisas con los soldados. Pero sin el monarca, las cortes -único cuerpo legislativo del territorio- quedan suspendidas y sus reformas van a quedar en el aire. Así, se decide, tras numerosas resistencias, a reanudar las Cortes suspendidas.

Las Cortes de Aragón y Valencia no ven motivos para complicarse en el pleito que es de Castilla.


La primera sorpresa de OLIVARES es que no resulta tan sencillo como imagina que intervengan en la contienda todos los territorios españoles, aún independientes entre sí. El conflicto se desarrolla en posesiones de la corona de Castilla, por lo que a las otras les tiene sin cuidado. Consultadas, en la fecha, las Cortes de Aragón y Valencia, los diputados correspondientes no ven motivos para complicarse en el pleito y sólo bajo presión oficial convienen en colaborar con la “Unión de armas” aportando cada una un tercio de infantería.

FELIPE IV exige a las Cortes Catalanas dieciséis mil soldados, o su equivalente en metálico.


Las Cortes Catalanas, cuando el Rey abre la sesión de las Cortes, exigen que antes de hablar de nuevos subsidios se pase repaso a los agravios que tienen con la administración central, desde las últimas Cortes celebradas en 1599. Los diputados presentan nueve proyectos de ley que llevan a la práctica sus demandas, pero FELIPE IV los corrige hasta dejarlos inservibles. Por otra parte exige dieciséis mil soldados, o su equivalente en metálico, así como las rentas reales que no se cobran desde el tiempo de su abuelo. De otro modo se marchará y allá se las compongan. Las Cortes de Barcelona se disuelven sin llegar a ningún acuerdo.

FELIPE IV promulga un decreto en el que proclama la inauguración oficial de la “Unión de Armas”.


FELIPE IV promulga, con fecha 25 de julio de 1626, un decreto en el que proclama la inauguración oficial de la “Unión de Armas”. La Unión de Armas ideada por Olivares es un proyecto destinado a exprimir la sangre y el dinero de todos los territorios de la monarquía hispánica. Uno tras otro, todos van doblegándose ante las exigencias del rey y de su ministro. Todos excepto Catalunya. El esfuerzo exigido a los catalanes es inmenso, probablemente muy superior a su posibilidades aunque quisieran ahorrarse un conflicto frontal con la monarquía. Pero, es todo caso, las instituciones catalanas se niegan a ceder.

El gobierno de Madrid envía fuerzas militares a Catalunya para defender la frontera de los Pirineos.


Ante la negativa de Catalunya a aceptar la “Unión de Armas”, a participar en la defensa común y a movilizar soldados, el gobierno de Madrid envía fuerzas militares a Catalunya para defender la frontera de los Pirineos. La historiografía nacionalista ve en este hecho un intento de dominar a Catalunya para los planes centralistas del conde-duque de OLIVARES, por esto se ha dicho que, desde 1635, hubo un ejército de ocupación en Catalunya. Ya empezaron entonces las pendencias entre la soldadesca (casi toda extranjera) y la población, a causa de la conducta de los soldados, pero también de la excitación en que estaba el pueblo