La devolución de Hong Kong ha impulsado al reino Unido a realizar un profundo examen de conciencia, un psicoanálisis de su imperio. Y el resultado es quizá de un cierto remordimiento por no haber hecho todo lo posible en el caso de Hong Kong. Quizás los remordimientos habrían sido menores si Gran Bretaña hubiera aprovechado sus ciento cincuenta y seis años de presencia en Hong Kong para implantar instituciones plenamente democráticas en vez de esperar al último momento para crear un Consejo Legislativo que representará la voluntad popular y que inevitablemente va a ser desmantelado por los nuevos amos. Después de ciento cincuenta años de dominio colonial- decía un chino en Hong Kong- los ingleses no han conseguido con nosotros ni siquiera que nos guste el cricket.

Hoy pasa a China la Colonia británica de Hong Kong de acuerdo con lo establecido en 1984 entre Gran Bretaña y China. La colonia de Hong Kong tiene más de un millón de Ha. En esta superficie se engloban la isla de Hong Kong, con su principal aglomeración urbana que es Victoria, la península de Kowloon, extendida frente al puerto insular y, más allá de la península, ya dentro del continente como kowloon mismo, los llamados Nuevos Territorios que fueron alquilados por China a la Corona británica. Más del 99% de la población es de nacionalidad china. Cuando los chinos vuelven a controlar Hong Kong, lo primero que hacen es poner una estatua del mandarín Lin -el que se enfrento a los occidentales por el opìo- porque lo consideran un héroe nacional.

Crash bursátil iniciado en Hong Kong, que sacude todos los mercados bursátiles asiáticos. El mundo se preocupa ante la posible fragilidad en el desarrollo acelerado de los «tigres» asiáticos.

Pekín ha nombrado a un católico gobernador de Hong Kong, el segundo que tiene el antiguo enclave colonial desde su reintegración a China en 1997. Donald Tsang sucede a Tung Chee Hwa, de 67 años que ha pedido ser relevado aduciendo achaques de salud y que ha sido nombrado vicepresidente de la Conferencia Política Consultiva. Y aunque China se ha negado a establecer la elección directa del gobernador, deseada por la mayoría de los ciudadanos, el sistema electoral ha mejorado desde la época británica. Tung, a pesar de lo que en su contra ha dicho la prensa anglosajona, ha sido un personaje polémico que ha lidiado con una operación muy delicada, la de ensamblar políticamente un encalve sofisticado, con niveles de renta de \”primer mundo\”, en un enorme país en vías de desarrollo repleto de problemas, y que el resultado ha sido extraordinario, porque, en términos generales, la genial fórmula de Deng Xiaoping \”Un país, dos sistemas\”, ha funcionado bien: en el mundo hay poco ejemplos más exitosos de descolonización, término que históricamente es casi sinónimo de Desestabilización.

En Hon Kong, su nuevo gobernador Donald Tsang deberá mantener el alto grado de autonomía que disfruta el enclave y al mismo tiempo contener los anhelos de plena democratización de sus ciudadanos. Hong Kong, que con los ingleses vivió sin democracia durante 150 años, tendrá que esperar un poco más. Lo que está en juego no es la democratización de la ex colonia, sino la estabilidad de China, porque en Pekín piensan que una rápida democratización del enclave sería desestabilizadora.

La Santa Sede nombra cardenal al obispo de Hong Kong, Joseph Zen. Pekín considera a Zen una de las principales figuras del movimiento opositor al Gobierno central en la ex colonia británica, donde mantiene delicados equilibrios. En un claro gesto hacia el Vaticano, Pekín nombró hace dos años a un católico de misa diaria, Donald Tsang, gobernador de Hong Kong. Sin embargo, el entonces obispo Zen apoyó la campaña en pro de la elección directa del gobernador apoyada por un rival de Tsang. Al convertir el Vaticano a Zen en el más alto jerarca católico en China sin consulta alguna, Pekín lo ha nterpretado como un casus belli.