O DONNELL (Presidente de Gobierno de España)

Total de piezas: 31

O’DONNELL y PRIM reciben los títulos de duque de Tetuán y conde de los Castillejos, respectivamente.


O’DONNELL y PRIM reciben los títulos de duque de Tetuán y conde de los Castillejos, respectivamente, en reconocimiento a sus méritos militares. Esta primera guerra con Marruecos une en un solo frente patriótico a todos los partidos políticos, se implantan nuevos tributos para financiar la campaña y la propia reina ISABEL II ofrece sus joyas para sufragar los gastos.

O’DONNELL es acusado de estar influido por la camarilla de ISABEL II. Es forzado a dimitir.


En 1860 se produce la ruptura de la Unión Liberal; los enfrentamientos entre Posada Herrera, ministro de la Gobernación y Alonso Martínez provocan la salida del ministro del gabinete. O’DONNELL es presionado por parte del gobierno acusándole de estar influido por la camarilla de ISABEL II; ante estas presiones, intenta la disolución de las Cortes, no consiguiendo de la reina el Decreto, siendo forzado a dimitir el 27 de febrero de 1863.

Sustituye a O’DONNELL, el marqués de Miraflores. Se producirá un retroceso del partido progresista.


Sustituye a O’DONNELL, el marqués de Miraflores, el 2 de marzo. Con este nuevo gobierno se producirá un retroceso del partido progresista, debido a la Circular de Gobernación de 12 de agosto de 1863 por la que ” se limita a sólo los electores la asistencia a las reuniones de la campaña electoral “.

Nuevo gobierno de Narváez. Hasta la revolución de septiembre de 1868 se sucederán siete gobiernos.


Hasta la revolución de septiembre de 1868 se sucederán en España siete gobiernos, de corta duración, destacando, entre ellos, el de NARVÁEZ (16/9/1864-21/6/1865), pregonando que va a ser “más liberal que Riego”.

Discusión en Cortes de la petición de plenos poderes por parte del ejecutivo de O’DONNELL.


En los primeros días de junio de 1866 contemplan la discusión en Cortes de la petición de plenos poderes por parte del ejecutivo. En otras palabras, O’DONNELL quiere gobernar por decreto al margen de las Cortes, tanto en cuestiones políticas como económicas. Uno de los puntos solicitados no puede ser más elocuente: aumentar las fuerzas armadas. Sin embargo, las enconadas discusiones muestran como se ha quebrado el respaldo unánime a la labor del gobierno unionista. En suma, el intento de O’DONNELL queda frustrado.

La represión es llevada a cabo por el Gobierno de O’DONNELL, lo que provoca inmediatamente su caída.


La masiva represión por la sublevación de San Gil, tiene como consecuencia el despegue definitivo del pueblo madrileño de una reina -y con ello, de su gobierno- cuyos caracteres casticistas han contribuido a revestirla de una cierta popularidad. En efecto, el saldo de San Gil es de varias decenas de muertos, más de 500 heridos y más de 1.000 prisioneros, la mayor parte deportados a las colonias. Decenas de militares fueron juzgados y pasados por las armas en pocos días. La represión es llevada a cabo por el Gobierno de O’DONNELL, lo que provoca inmediatamente su caída. Parece ser que todo fue una maniobra preparada por la camarilla palatina con el fin de desacreditar a O’DONNELL, evitar que la sangre de los sargentos salpicara a la reina, permitir la entrega del poder a NARVÁEZ y con ello poner en marcha una solución drástica, próxima a la dictadura. Era la consecuencia lógica del debilitamiento del sistema.

En España se produce el levantamiento de San Gil: Rebelión de sargentos de Artillería encauzada por elementos de oposición.


Un nuevo ensayo de sublevación armada traerá el fin de O’DONNELL como hombre de gobierno, y con ello el derrumbe de la solución unionista. En efecto, el 22 de junio de 1866 estallan los sucesos de San Gil. La anatomía de la cuartelada de San Gil no puede ser más simple: una rebelión de sargentos de Artillería -en buena parte crispados por las dificultades de ascenso en un cuerpo eminentemente aristocrático-, que es encauzado por elementos de oposición, sobre todo del partido demócrata, con el fin de desmantelar de una vez por todas el sistema político establecido, y en la que colaboran fuertes contingentes civiles. La sublevación no tiene éxito. Este proyecto no iba a quedar reducido al cuartel de San Gil, sino que presentaba bases más amplias. A la hora de la verdad, varios de los hipotéticos insurrectos no sólo no se han unido al movimiento, sino que incluso han participado activamente en su sofocamiento. Pero también puede señalarse el miedo, por parte de progresistas y demócratas, a un estallido social, que desbordase sus meros proyectos de cambio de régimen. A este hecho se le conoce en la historia de España como “el levantamiento de San Gil”.

Esta pieza también aparece en ... ISABEL II (Reina de España) (1833 / 1843-1868)