Irritado NARVÁEZ por la amnistía de Espartero, el 4 de octubre entra como Presidente del Consejo de Ministros por la fuerza implantando su dictadura, que durará hasta enero de 1851, con el único paréntesis del Gabinete relámpago de Cleonard (4/10/1847-19/10/1849 y 20/10/1849-14/1/1851).

Durante esta primera etapa del reinado de ISABEL II, que se extiende hasta 1851, gobiernan los moderados con NARVÁEZ. Se realizan grandes progresos económicos racionalizándose los antes caóticos impuestos, se procede a una reordenación tributaria que al conseguir un aumento considerable de la recaudación, permite ejecutar un ambicioso programa de obras públicas; se crea el Banco de España y se consolida la deuda, reconciliándose España con la Santa Sede mediante la firma de un concordato.

NARVÁEZ se enfrenta a una doble crisis; por una parte, la propia crisis económica que vive el país, y junto a esto, la cada vez mayor presión ejercida por los liberales a raíz de los movimientos revolucionarios que sacuden Europa durante 1848. Se ocupa, entre otras cosas, de prestar su ayuda al papa PÍO IX, que ha sido expulsado por los revolucionarios, propiciando con ello la firma del Concordato de 1851, aunque no se lleve a cabo hasta el gobierno de Bravo Murillo. Pero, al mismo tiempo, se vive una situación política de euforia, porque finaliza la guerra carlista.

Termina finalmente el llamado «Ministerio Largo», presidido por Narváez, duqúe de Valencia, que duró desde el 3 de octubre de 1847 hasta el 10 de enero de 1851, es decir, más de tres años, caso insólito en la época. Se repetiría el nombre para el mandato de 1858 a 1863. Por las intrigas de los favoritos de la reina, NARVÁEZ, presidente del Consejo de Ministros de España, presenta su dimisión que es aceptada. De 1851 a 1854 gobernarán los sectores más “conservadores” de los liberales, lo que irritará a los progresistas.

Ante el fracaso de su intento de elección del Presidente de las Cortes en la figura de Tejado, Bravo Murillo procede a la disolución de las mismas, aprovechando la convocatoria a nuevas elecciones para llevar a cabo la publicación en la Gaceta de Madrid del nuevo texto constitucional, el 3 de diciembre de 1852; este hecho será la gota que desborde el vaso, provocando la alianza de moderados y progresistas en contra del autoritarismo de Bravo Murillo. Se oponen figuras de claro talante conservador, como Alejandro Mon, González Bravo, y militares del rango de De la Concha y O’Donnell, llegando a contar incluso con la oposición del propio NARVÁEZ. Esta situación, obliga a la reina a dar un paso atrás, forzando la dimisión del Gabinete. La llegada del Bienio Progresista obligará a Bravo Murillo a abandonar la política, aunque ocasionalmente será Presidente del Congreso de los Diputados desde enero a mayo de 1858.

Los grupos de presión no se conforman con la dimisión del ministro Manuel Cantero, logrando la dimisión del gobierno en bloque el 10 de octubre, quedando la conocida anécdota del “baile del rigodón” como un motivo esgrimido por algunos historiadores para la sustitución de O’DONNELL. La anécdota o pretexto que produce esta sustitución, sucede en el baile que se celebra en Palacio el mismo 10 de octubre, como celebración del cumpleaños de la Reina Isabel II (10/10/1830). Ésta se vuelca en atenciones con NARVÁEZ delante de O’DONNELL, que en ese momento es jefe del Gobierno. Llevado por los celos políticos O’DONNELL presenta la dimisión, lo que da ocasión a un nuevo cambio de gobierno y a una crisis que se llamará la “crisis del rigodón” ya que parece ser, Isabel II no quiso ni bailar con O’DONNELL en la fiesta de su cumpleaños. Y así termina el Bienio Progresista.

Tras la dimisión de Leopoldo O’Donnell, la formación de un gobierno es nuevamente confiada a NARVÁEZ (12/10/1856-15/10/1857). Este gabinete impone un moderantismo aún mayor que el anterior, sin ningún tipo de atenuantes. Este gobierno tendrá representación en la figura del ministro de gobernación, Cándido Nocedal, del sector neocatólico ultraconservador, que impondrá, entre sus primeras medidas, una restauración plena de la Constitución de 1845, eliminando el Decreto liberalizador de 15 de septiembre del gobierno de O’Donnell y restableciendo la Ley de Ayuntamientos de 1840. Por otra parte, queda revocada la Ley de Desamortización de bienes eclesiásticos.

Las críticas de PRIM a NARVÁEZ motivan su detención, acusado de faltar al honor militar, y el consejo de guerra se demora para evitar que se presente a las nuevas elecciones. Poco antes de éstas es condenado a seis meses de castillo, pena que cumple en Alicante y que le es conmutada por destierro en la ciudad bajo palabra de no intentar escapar. A pesar de no poder hacer campaña es elegido por una mayoría abrumadora por el distrito de Reus. No puede tomar posesión, y pasados los seis meses el gobierno le concede licencia para trasladarse a Vichy en Francia.

El Gobierno de NARVÁEZ es sustituido por el presidido por Francisco Armero y Peñaranda, el 15 de octubre de 1857. Es un gobierno auspiciado por la reina ISABEL II, para contrarrestar el carácter vehemente de NARVÁEZ, pero este gobierno, al no contar con el apoyo de ningún sector, caerá rápidamente. Seguirán otro breve gobierno: el de Francisco Javier Istúriz.

Hasta la revolución de septiembre de 1868 se sucederán en España siete gobiernos, de corta duración, destacando, entre ellos, el de NARVÁEZ (16/9/1864-21/6/1865), pregonando que va a ser “más liberal que Riego”.