Durante la Edad Media, en que se mantuvo un recuerdo legendario de las Islas Canarias, se dirigieron a ellas diversas expediciones. Así, por ejemplo, el genovés Lancelotto Melocelli se posesionó de una isla a la que dio el nombre de Lanzarote. Años más tarde catalanes y mallorquines organizaron varias expediciones con fines evangelizadores. Las islas Canarias ya eran conocidas en la antigüedad. Los griegos consideraban que en ellas estaba situado el Elíseo, o los Campos Elíseos, por lo que le dieron el nombre de Afortunadas.

Los ilustrados hablan de igualdad natural entre las personas y dicen que todo ser humano posee una dignidad que nadie tiene derecho a arrebatarle, ni siquiera el emperador. El filósofo inglés John Locke escribe en 1689: «Si consideramos el estado en que se hallan los seres humanos por naturaleza, vemos que se trata de un estado de plena libertad». Según estas ideas, los soberanos no han sido instituidos por Dios sino por su pueblo. Su tarea es cuidar de la dignidad de las personas, proteger su libertad, y fomentar su bienestar y su felicidad. Si un soberano abusa de la confianza depositada en él, el pueblo podrá deponerle. Estas concepciones nuevas y revolucionarias contradicen, por supuesto, el absolutismo dominante en Europa y son rechazadas por la mayoría de los príncipes. Los únicos que se dejan influir por los ilustrados son José II de Austria, la zarina de Rusia Catalina la Grande y el príncipe heredero Federico de Prusia.

Los años finales del siglo XVII y el siglo XVIII se denominan «era la razón». Estas palabras pretenden expresar cómo el pensamiento se ha ido liberando progresivamente no sólo de la superstición sino también, de una fe sin crítica. El proceso iniciado con el Renacimiento y el Humanismo continúa en este momento con fuerza. De Inglaterra y Francia, sobre todo, parten corrientes intelectuales nuevas. Todas las opiniones vigentes hasta ahora sobre la religión, el Estado, la sociedad y la economía quedan cuestionadas y son sometidas al juicio riguroso del entendimiento: Si algo no resiste este examen racional, es desechado -como se hace en los experimentos científicos-. Según ha escrito ya en 1637 el francés René Descartes en su Discurso sobre el método para el uso correcto de la razón, los únicos datos verdaderos son los que puede reconocer el ser humano mediante su razón.

Los seres humanos no deben dejarse tutelar por las antiguas autoridades, sino actuar de manera independiente y razonable, es decir, «iIustrada». Según el filósofo alemán Immanuel Kant, la ilustración es la salida del ser humano de su estado de inmadurez culposa. Inmadurez es la incapacidad para servirse de la propIa inteligencia sin una guía ajena. Esa inmadurez es culposa cuando su causa no se halla en una falta de inteligencia sino de decisión y coraje para servirse de ella sin una guía ajena. “¡Atrévete a utilizar tu propia inteligencia!”; éste es el lema de la Ilustración. Por otra parte podemos definirla como una corriente intelectual de pensamiento que dominará Europa, en especial Francia e Inglaterra, durante el siglo XVIII. Abarcará desde el Racionalismo y el Empirismo del siglo XVII hasta la Revolución Industrial del siglo XVIII, la Revolución Francesa y el Liberalismo. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana puede combatir la ignorancia, la superstición, la tiranía, y construir un mundo mejor. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo. La Ilustración tendrá una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales.

El final del siglo XVII y todo el siglo XVIII están dominados por dos estilos sucesivos: el denominado rococó y el neoclasicismo, que es una reacción contra el primero. El centro de las artes ya no es Roma; Francia ha asumido un papel preeminente en lo político y en los económico. España queda en una posición excéntrica, aunque uno de los mayores artistas de todos los tiempos, Goya, sea español. Rococó es una denominación peyorativa que dieron a las artes de la etapa inmediatamente anterior los defensores del retorno al clasicismo. Rococó deriva de \”rocaille\” (\”rocalla\”, combinación de conchas y piedrecillas), un tipo de decoración que tuvo mucho éxito en palacios y jardines.

El rococó fue un estilo cortesano, galante, muy del gusto de la aristocracia y la alta burguesía urbanas: gentes refinadas, cultas, ociosas… pero que frecuentaban salones donde no todo era superficial. En ellos se divulgarán las \”luces\”, las ideas filosóficas de la Ilustración que habrían de cambiar el mundo al concretarse en le Revolución francesa de 1789. Algunas de las mejores manifestaciones del rococó se dan en la decoración y el arte mobiliario.