El 10 de febrero de 1990, Michail Gorbachov, ex-jefe de Estado de la URSS, asegura que “la Unión Soviética respetará la decisión de los alemanes de vivir en un solo Estado”

En la fecha, previa la aprobación por la Cámara del Pueblo de la RFA, se firma en el palacio “Bajo los Tilos” el Acuerdo de Unidad interalemán entre el gobierno de la República Federal y el primer gobierno libremente elegido de la RDA. Ante el colapso económico e institucional de la RDA, el proceso de unificación desemboca en la absorción por la RFA de los cinco länder y de Berlín oriental, que integran la RDA.

Según el Acuerdo de Unidad interalemán, en la fecha, la RFA absorbe a la RDA y Berlín vuelve a ser declarada capital de la Alemania unificada. Un Estado federal simplemente ampliado de 10 a 16 länder y con Berlín como capital. La Cámara del Pueblo de la RFA proclama la extinción de la RDA. Algunos en Europa temen que reaparezcan tentaciones hegemónicas del nuevo gigante, que el país se haga más prusiano. Pero Alemania demostrará que es una democracia moderna. Que es una potencia pacífica, no expansionista, fiel a sus aliados, respetuosa con los derechos humanos y muy consciente de sus gravísimos errores del pasado. Su influencia no se derivará de su Ejército sino de la condición que llegará a alcanzar de ser el segundo exportador mundial, de la calidad y la competitividad de sus productos. El 3 de octubre va a ser, en el futuro, Día de la Unidad Alemana.

Mientras la reunificación (Die Wende, o ‘el cambio’) permite el reencuentro de familias y amigos separados mucho tiempo, también supone numerosos problemas sociales y económicos como escasez de viviendas, huelgas y manifestaciones, desempleo, incrementos de la delincuencia y aumento de la violencia de extrema derecha contra la presencia de extranjeros. Los déficit presupuestarios causados por la unificación y el empeoramiento por una recesión económica han llevado a incrementar los impuestos, reducir las ayudas gubernamentales, aumentar la privatización de empresas y efectuar recortes en los servicios sociales. Mientras se incrementa el mercado para los productos de consumo, la reunificación ha afectado a la fuerza y competitividad de la economía alemana. Se evidencia un abismo entre las dos Alemanias en los niveles de vida, rendimiento industrial e infraestructuras y muchos alemanes orientales se sienten marginados por el oeste, por lo que se quejan de recibir tratamiento de segunda clase; por su parte muchos alemanes occidentales consideran que están sacrificando sus niveles de vida para mantener a los alemanes orientales.

Los aspectos externos de la unificación quedan resueltos en una negociación entre la RFA y las cuatro potencias vencedoras de 1945. La transferencia de la administración desde Bonn se espera que sea completada en el año 2003 aunque algunas oficinas gubernamentales se mantendrán en la antigua capital federal.

Para Alemania, es muy significativo el problema de la xenofobia y los ataques contra los residentes extranjeros. Desde el final de la II Guerra Mundial, Alemania Occidental ha solventado su escasez de mano de obra al permitir la entrada a emigrantes -que oficialmente han sido llamados trabajadores invitados- para residir y trabajar en el país. Estos trabajadores, muchos procedentes de Turquía y de otros países mediterráneos como Grecia o España, trabajan a tiempo completo y trajeron o han formado familias en Alemania Occidental, pero no se les ha permitido convertirse en ciudadanos. En la década de 1990, Alemania cuenta con casi dos millones de trabajadores extranjeros.