En China, en la fecha, se producen protestas de estudiantes e intelectuales ante el anuncio de la muerte del dirigente reformista Hu Yaobang. Y el momento cumbre de la protesta se alcanzará en el mes de mayo, coincidiendo con la visita a Pekín del último líder soviético, Mijail Gorbachov, en un año en el que los regímenes comunistas europeos se derrumban. Hu Yaobang era un ex secretario general de PC destituido en 1987 por su “blandura” con unas tímidas protestas. Le destituyó Deng Xiaoping, el líder de China desde 1978, cuando emprendió la reforma del enquilosado sistema económico. Toda una revolución, el fin del maoísmo.

6.000 estudiantes de la Universidad de Pekín o Beida han caminado los quince kilómetros que les separan de Tiananmen, el lugar sagrado del comunismo donde Mao proclamó la República Popular en 1949. La desconcertante marcha tiene como pretexto sumarse al duelo por Hu Yaobang, a cuyo funeral, el día 22, anunciado el pasado día 14, asistirán en la plaza Tiananmen más de cien mil jóvenes.

El Diario del Pueblo es la biblia comunista china. Sus editoriales imponen. Aparecen carteles en el campus de Beida con críticas a Deng Xiaoping, de 84 años. A Deng no le gusta el desorden; lo ha sufrido de cerca con la Revolución Cultural. Un editorial del Diario del Pueblo avisa: “Una minoría de estudiantes protagoniza una campaña para desestabilizar el país”.

En China, los estudiantes se crecen. La respuesta estudiantil al editorial sorprende: entre 100.000 y 150.000 salen de Beida y alcanzan el centro de Pekín, la mayor protesta no autorizada desde 1976, sorteando sin problemas los cordones de lo que se suponían fuerzas antidisturbios: la mayoría calzan zapatillas. Los estudiantes marchan cantando La Internacional: piden reformas, el fin de la corrupción y del nepotismo, pero se esfuerzan en mostrar fidelidad al socialismo. El editorial, de momento, queda en papel mojado. Wang Dan, el ideólogo de los líderes estudiantiles, desmiente que alguien los esté manipulando.

En la fecha, los estudiantes de China levantan en Tiananmen una estatua de la Diosa de la Democracia, réplica de la Estatua de la Libertad de Nueva York, que el ejército chino en su fuerte represión destruye.

El calendario juega malas pasadas al sector duro del PC. Hoy se cumplen setenta años del “movimiento patriótico del 4 de mayo”, festividad comunista. Quedaría mal reprimir otra gran manifestación universitaria.

El pueblo chino está acostumbrado a sufrir hambrunas. Por eso impacta que los estudiantes ocupen
la plaza de Tiananmen y se declaren en huelga de hambre. Un golpe de efecto. Miles de ciudadanos acuden a solidarizarse con los jóvenes. El pueblo ha tomado la plaza. Las ambulancias se llevan a los más debilitados. He aquí el problema: se espera la histórica visita a Pekín del líder de la URSS, Mijail Gorbachov, 58 años, ídolo de los estudiantes que ven en su juventud y sus reformas un modelo más apetecible que el chino. Suenan las alarmas: entre los miles de personas que han tomado Tiananmen -la mayoría estudiantes- hay un centenar de periodistas. Es el contagio tan temido por Deng Xiaoping.

Hace treinta años que los líderes de China y la URSS no se reúnen. Y sin embargo, los estudiantes,
fuertes en la plaza, impiden la recepción de Gorbachov. El programa, una pieza de orfebrería diplomática, queda muy alterado. Hay fiesta y caos. Las declaraciones de los líderes chinos muestran, sin ambigüedad, que están divididos. “‘Deng, retírate’ fue el clamor de más de un millón de chinos en Pekín”. En un último gesto conciliador, el primer ministro, Li Peng, recibe a una delegación estudiantil. La televisión retransmite el encuentro. El contraste impacta; unos jóvenes subidos a las barbas de un dirigente.

Nada sorprende en un Pekín que hierve. El secretario general del PC, Zhao Ziyang, acude en la madrugada del 19 a pedir, a suplicar con lágrimas, a los estudiantes que abandonen la plaza. Nunca más se le verá en público. Li Peng ya no escucha, amenaza, anuncia la implantación de la ley marcial. Los jóvenes refuerzan su presencia en Tiananmen. Las primeras horas bajo la ley marcial acaban con una alborada emocionante. Y con el canto de La Internacional. Victoria: estamos vivos. Las tropas siguen estacionadas en las afueras de Pekín, bloqueadas amistosamente por la gente.

Tropas desarmadas y pobremente equipadas tratan de ganar la plaza a primera hora del 3 para desalojar a los varios miles de jóvenes que resisten. Los frena el pueblo de Pekín. Al despuntar el día, un ejército fantasma se retira.