Inglaterra, que trata de influir en las reuniones internacionales, suscribe tratados bilaterales con España en 1814, en los que se prohibe el comercio de esclavos.

Los catalanes acceden y participan directamente en el negocio del tráfico de esclavos negros cuando la monarquía española pone fin al régimen de “asientos” (Sistema mediante el cual la Corona delega (vende) su monopolio en una persona o entidad mercantil, por un tiempo determinado, señalándose también el número de negros a introducir) y se decreta en 1789 la libertad de comercio negrero. El crecimiento de la demanda de mano de obra para las plantaciones de las islas del Caribe, especialmente Cuba y Puerto Rico, y las expectativas de obtener importantes beneficios, impulsan a muchos armadores y marineros a convertirse en negreros. Así, algunos empresarios catalanes acumularán importantes fortunas gracias a este tráfico. Entre muchos destaca la figura del armador Josep R. Milà de la Roca. El periodo de máxima actividad serán los cuatro años que van de 1816 a 1820.

Las provincias de Nubia, Senaar y Kordofan que constituyen el Sudán moderno son conquistadas por los Egipcios entre 1820 y 1822. Este territorio es organizado en una provincia, llamada Jartum como guarnición del ejército egipcio, pero crecerá como centro del comercio regional, que incluye la trata de esclavos.

En EEUU. los estados del Norte han puesto la esclavitud fuera de la ley: tarea fácil, puesto que sus actividades industriales y comerciales les plantean la necesidad de trabajadores cualificados y no de esclavos. También sus zonas agrícolas adoptan cada vez más la maquinaria, de modo que tampoco en ellas se precisan esclavos. Pero los estados del Sur son predominantemente agrícolas, y los esclavos resultan muy útiles en las plantaciones de algodón. En 1820 hay 22 estados: 11 libres y 11 esclavistas. Los primeros son más reducidos en extensión, pero su población supera la de los segundos, y esta desproporción va creciendo. Ello significa que el número de representantes de los estados libres en la cámara baja del Congreso es superior al de los estados esclavistas. Aquéllos son también más ricos (pero los estados esclavistas se resisten a comprender que eso se debe precisamente a que son libres) y por esa razón pueden industrializarse en lugar de apegarse a los bajos rendimientos de una agricultura trabajada por esclavos.

España acepta la abolición de la trata de negros en todo el imperio español, pero pese a esta abolición general, continuará con intensidad hasta alrededor de 1840.

Missouri se integra en la Unión de EEUU. como estado esclavista el 10 de agosto de 1821. Ahora hay 24 estados: 12 libres y 12 esclavistas. Sigue el empate en el Senado. Con la ley de 3 de marzo de 1820, parece que por el momento, el asunto está zanjado, pero cualquiera que medite sobre él comprenderá que las consecuencias morales de la esclavitud son tales, que nunca podría llegarse a una solución de compromiso en una nación civilizada (especialmente si ésta se preciaba de su “libertad»); sólo cabía la emancipación de los esclavos.

Grupos filantrópicos norteamericanos envían esclavos negros liberados a África. Se asientan al oeste de Costa de Oro y dan a su establecimiento el nombre de Monrovia, en honor de James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos. Ése es el núcleo de una nación que se llamará Liberia (de la palabra latina que significa “libertad”), y será la única parte del continente africano que en ningún momento ha sido controlada por una nación europea.

En Santo Domingo no puede cristalizar la idea independentista de José Núñez de Cáceres porque Jean-Pierre Boyer, presidente de Haití, invade por segunda vez, en la fecha, el territorio dominicano y somete a la nueva nación 22 años (Hasta 27 de febrero de 1844). Aunque Haití tratará de consolidar su anexión con medidas como la abolición de la esclavitud, encontrará firme oposición en la élite criolla, organizada en sociedades secretas de tendencias liberales, como la de la Trinitaria. Estos años de sometimiento serán recordados por los dominicanos como la época del yugo haitiano. Incluso pedirán volver a ser colonia de España con tal de liberarse de sus vecinos. Ese episodio histórico ha pesado en las relaciones entre los dos países. Los haitianos también tienen una larga lista de agravios. El peor, el asesinato por el dictador Trujillo (Presidente de la R. Dominicana) en 1937 de quizás 30.000 inmigrantes por el mero hecho de ser negros.

Los colonizadores españoles establecen en Cuba la cría de ganado y la siembra de caña de azúcar y tabaco como los principales objetivos económicos del país. Así, la riqueza de Cuba entre 1823 y el final del siglo XIX se elevará a un nivel altísimo. Los capitanes generales convertirán la isla en una dictadura totalmente diferente a las autocracias anteriores. La esclavitud y el tráfico (prohibido) de esclavos sustentarán el progreso. La mano de obra indígena desaparecerá por completo y se importarán esclavos africanos para trabajar en los ranchos y plantaciones a través de barcos de los Estados Unidos y asegurados en dicho país. Varios presidentes estadounidenses acariciarán la idea de adquirir la isla. La producción cafetalera se derrumbará abatida por la torpe política arancelaria española, la competencia del grano brasileño y la superior rentabilidad de la caña. La propia producción azucarera se verá impelida a la modernización de sus manufacturas ante el empuje mercantil del azúcar de remolacha europeo. Cada vez más dependiente de un solo producto -el azúcar- y del mercado estadounidense, Cuba estará urgida de profundas transformaciones socioeconómicas.

En el Sur, los amos de esclavos pagan las consecuencias de su condición con el miedo de las insurrecciones y de las terribles venganzas de aquellos a quienes han inferido tan inhumano trato. Pero en la realidad tales insurrecciones son sorprendentemente raras. Aun así, en agosto de 1831 el esclavo Nat Turner encabeza una rebelión de setenta y cinco negros que matan a cincuenta blancos en total. La rebelión es aplastada de inmediato, y le sigue una orgía de ahorcamientos, pero un escalofrío de terror se apodera de todos los poseedores de esclavos.