Continuando con la tradición bizantina suspendida en 1453, a la caída de Constantinopla, Rusia, que se ha considerado siempre sucesora del Imperio Romano de Oriente y, por consiguiente, protectora de los ortodoxos de Tierra Santa, intenta forzar definitivamente la capitulación del Imperio Otomano y reconquistar el estrecho de Bósforo y toda la Asia Menor arrancada por la fuerza por el Islam al antiguo Imperio. Aprovechando una circunstancial debilidad de los turcos, el zar NICOLÁS I dispone sus ejércitos en sucesivos movimientos a partir de 1852, en dirección a la península turca.

Muere el escritor Nikolai Vasilevich Gogol, autor de «Las almas muertas» y «El abrigo», obras sobre las que se fundamenta el realismo ruso del siglo XIX.

Rusia lleva persiguiendo una salida al Mediterráneo desde que Pedro el Grande, 150 años antes, pretendiera convertir el país en una potencia naval. El Imperio otomano a caballo entre Europa, Asia y África ha alcanzado unas enormes proporciones. Sin embargo, su fuerza ha menguado en los últimos siglos. Por ello, Rusia mantiene sus ambiciones de anexionarse todo cuanto pueda del Imperio otomano. En 1853 se plantea el problema de quién va a proteger los Santos Lugares cristianos. Rusia protege al clero ortodoxo en Palestina, y Francia, al católico. Rusia es el país que se halla más próximo, y en julio de 1853 fuerzas rusas empiezan a reforzar su presencia en las provincias rumanas, enviando allí tropas. La situación promete una rápida victoria rusa y la definitiva captura del estrecho de Bósforo, asegurando la independencia de Grecia y de los Balcanes. Francia pone objeciones a esta política y los británicos, preocupados por causa de la India, prefieren con mucho un débil Imperio otomano en Constantinopla que una Rusia fuerte.

Fracasan los intentos de llegar a una solución de compromiso entre Rusia y el Imperio otomano, y el 4 de octubre de 1853, el Imperio otomano, seguro ante el apoyo manifiesto que le brindan las dos potencias occidentales (Reino Unido y Francia), declara la guerra a Rusia: Guerra de Crimea (1853-1856).

En la guerra de Crimea, victoria rusa sobre los turcos en la batalla naval de Sinope. Está considerada como la última gran batalla de la marina a vela.

Rusia destruye la flota turca en el mar Negro el 30 de noviembre. Para compensar esta pérdida, británicos y franceses envían sus barcos a aquel mar el 3 de enero de 1854.

Los rusos responden rompiendo las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y Francia el 6 de febrero.

Gran Bretaña y Francia solicitan que Rusia evacúe las provincias rumanas, a lo que Rusia no contesta directamente, sino que cruza el Danubio e invade Bulgaria el 20 de marzo de 1854. Ante estos hechos, los británicos y los franceses concluyen una alianza con el Imperio otomano, y el 28 de marzo declaran la guerra a Rusia. (Era la primera vez que Gran Bretaña o, antes que ella, Inglaterra luchaba en el mismo bando que Francia desde la tercera cruzada, seiscientos cincuenta años antes.). Por otro lado, Austria no desea que Rusia domine los Balcanes, de modo que amenaza con sumarse al bando contrario si los rusos no evacuan esa península. (Con esta iniciativa, Austria olvida la ayuda que Rusia le ha prestado pocos años antes, a raíz de la revuelta húngara.) En vista de la situación, Rusia evacúa Rumania, y Austria envía tropas para reemplazarla. Esto es algo que los rusos no olvidarán, y el antagonismo así generado tendrá importantes consecuencias.

En cierto modo, queda zanjada la cuestión. Rusia se ha retirado y el Imperio otomano está a salvo por el momento. Los británicos y los franceses pueden regresar una vez cumplida su misión, sobre todo habida cuenta que sus tropas en los Balcanes están siendo víctimas del cólera. Pero los gobiernos de Londres y París consideran que es preciso salvaguardar el Imperio otomano destruyendo la gran base naval rusa de Sebastopol, en el extremo meridional de la península de Crimea, donde ésta penetra más en el mar Negro. El 14 de septiembre de 1854, una fuerza francobritánica desembarca en el litoral de Crimea.

Los aliados franco-ingleses, desembarcados en Crimea, son frenados en Alma por la artillería rusa del príncipe Alexander Menshikov. Pese a ello, éste se retira, y sus errores tácticos dan la victoria a los aliados. El nombre femenino de Alma ganará gran difusión en Inglaterra.