Hacia 1650 aC, los carreros de las tribus de los hicsos llegan provenientes del norte hasta Egipto que se halla en su XIV dinastía. La decadencia del poder real al final de la XII dinastía y la partición del país entre los señores feudales, han debilitado la defensa de las fronteras. Forzados por la presión de los hicsos, algunos semitas, años antes, penetraron en Egipto llegando a recibir un trato favorable de los gobernantes asiáticos del país. Ello puede haber dado origen al relato bíblico de JOSÉ y sus hermanos, descendientes de Abraham, de Isaac y de Jacob (Israel).

Egipto es invadido masivamente por los hicsos que irrumpen con gran empuje a través de la península del Sinaí, el único resquicio vulnerable de la “armadura” egipcia. Los hicsos no hallan dificultades. Egipto no ha tenido ocasión hasta entonces de luchar contra un ejército invasor. Los asombrados egipcios son derrotados fácilmente. Los hicsos fundan allí un reino y Ávaris su capital. Extenderán su influencia hasta el valle del Nilo y aunque los soberanos hicsos se esforzarán por adoptar la civilización indígena serán detestados por los egipcios.

Los hicsos no tratarán de dominar el Nilo en toda su extensión, pues son muy pocos para conseguirlo. Han vencido gracias a sus carros, no por su número. Los hicsos “rey de los pastores”, “extranjeros” o “jefe de los bandoleros” llegarán a controlar el poder en Egipto casi durante un siglo, entre las dinastias XV y XVI y proclamarán reyes con todo el protocolo egipcio, adoptarán la lengua y la religión del país aunque conservarán algunas divinidades propias que más tarde se incorporarán al panteón egipcio.

Nilo arriba, en la ciudad de Tebas, los egipcios conservan un foco de poder, y sus soberanos, indígenas, reinan cohabitando con los hicsos en régimen de vasallaje. La fundación en Tebas de la XVII dinastía, indica el comienzo de un lento esfuerzo de reconquista. El rey Tebano SEKENENRE empieza la guerra contra los hicsos.

Fundación por los hurritas, en el Éufrates superior, al sureste de los hititas, del reino de Mitani. Los hurritas, indoeuropeos, habían iniciado su asentamiento en la zona tres siglos atrás (1815 aC). Estado misterioso del que sólo poseemos una información indirecta a través de los archivos de los países con los que estaba en relación: Egipto y el Imperio Hitita. Mitani se enfrenta en varias ocasiones a los hititas, a quienes disputa la posesión de la Alta Siria, que, en consecuencia, cambia varias veces de manos.

Paulatinamente, los egipcios ponen a punto un contingente de carros con destino a su propio ejército, y cuando reina el rey tebano AHMOSIS (1550-1527 aC.) de la XVIII Dinastía, los hicsos pueden ser expulsados después de que los egipcios se apoderen de su capital Ávaris (la antigua Tinis). Los egipcios los persiguen a través de la península del Sinaí y restablecen la unidad de Egipto. La derrota de los hicsos es tal que quedan excluidos definitivamente de las páginas de la historia.

Inicia el “Imperio nuevo” de Egipto. Abarca las dinastías XVIII a XX (1531-1085 aC).

El Imperio nuevo de Egipto transforma la política exterior del país ya que no se contenta con defender la frontera en el delta contra los asiáticos, sino que procura sojuzgarlos en previsión de posibles invasiones. Este imperialismo, cuyas primeras manifestaciones inconfundibles se produjeron bajo AMENOFIS I (1527-1506 aC), inicia una era de guerras continuas y multiplica las relaciones internacionales.

En Egipto, TUTMOSIS I (1506-1494 aC.) en los albores del período expansionista del Imperio Nuevo, conduce los ejércitos egipcios a Asia y hace incursiones en Canaán y Siria con la esperanza de que sirvan de amortiguador de futuras invasiones y para asegurarse las rutas del comercio a larga distancia. Ambas regiones quedan ligadas al imperio egipcio por juramento de alianza y le pagan tributo. La presencia egipcia se mantendrá por medio de pequeños destacamentos militares.

TUTMOSIS I lleva sus fuerzas Nilo arriba, adentrándose en la región de Nubia hasta la tercera catarata, conquistando Kush e incorporando ese territorio a sus dominios. Esas hazañas configuran los límites del territorio jamás conquistado por Egipto.