UCRANIA

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Yuschenko, presidente de Ucrania, retira a sus ministros del Gobierno de Yanukovich.


Yuschenko, presidente de Ucrania, retira a sus ministros del Gobierno de Yanukovich.

El Parlamento de Ucrania ha quedado oficialmente disuelto por orden del presidente Viktor Yuschenko.


El Parlamento de Ucrania ha quedado oficialmente disuelto por orden del presidente Viktor Yuschenko. La negativa del Partido de las Regiones del primer ministro prorruso Viktor Yanukovich a aceptarlo ha abierto una crisis que se manifiesta en las calles de Kiev, adonde han llegado miles de manifestantes de uno y otro bando. Los de las banderas naranjas apoyan a Yuschenko, líder de la revolución del 2004 que terminó con la tiranía de Leonid Kuchma. De hecho el decreto de disolución del Parlamento es para evitar que su rival, Yanukovich, forme una coalición lo suficientemente amplia como para sacar adelante reformas constitucionales que terminen amordazando al propio presidente. La formación de Yanukovich, el Partido de las Regiones, y sus socios -apoyados por más de 150.000 seguidores azules- se niegan a aceptar el decreto presidencial, y argumentan que la Constitución no otorga al presidente poderes para disolver el legislativo de esta forma. Yanukovich, que controla 250 de los 450 escaños de la Cámara, intenta alcanzar el apoyo de 300 diputados. Con eso podría reformar el derecho de veto del presidente o iniciar contra él un proceso de destitución.

En Ucrania, en las elecciones anticipadas del 30 de setiembre de 2007, Timoshenko resulta vencedora.


En Ucrania, en las elecciones anticipadas del 30 de setiembre de 2007, Timoshenko logra el 30% de los votos y asumirá como Primera Ministra el 18 de diciembre de 2007.

Con la victoria de Yanukovich como presidente de Ucrania, terminan cinco años de revolución naranja.


La república ex soviética de Ucrania ha elegido a su cuarto presidente desde la disolución de la URSS en 1991. Con la victoria de Yanukovich (48,94% de los votos) ante su rival Yulia Timoshenko (45,48%) terminan cinco años en que los políticos que lideraron la revolución naranja del 2004 –Timoshenko y el presidente saliente, Viktor Yuschenko– no han sabido o no han podido aplicar las reformas necesarias para la modernización. Las continuas disputas internas y la crisis económica en la que está sumido el país, que roza la bancarrota y tiene un déficit de entre el 10% y el 20%, han dado la puntilla a la utopía naranja. El único avance concreto, reconocido por el mismo Yanukovich, ha sido la existencia de más libertad de expresión y más cultura democrática electoral. Ucrania es un país que sigue dividido en dos: el este y el sur, prorruso (yanukovich); el oeste y el centro, nacionalista y prooccidental (Timoshenko). Timoshenko pierde las eleccion contra su rival Yanukovich, nuevamente acusándolo de fraude. Esta vez, sin embargo, sin fuerza propia y sin un claro apoyo norteamericano para organizar otra revolución naranja como lo hizo cuando impugnó con éxito su elección en el 2004 en la Revolución Naranja.

Acuerdo que permite prolongar 25 años el arriendo de las bases militares rusas en Crimea (Ucrania).


En Jarkov (Ucrania) los presidentes de Rusia y Ucrania, Dimitri Medvedevy Viktor Yanukovich llegan a un acuerdo que permite prolongar 25 años, ampliables hasta el 2047, el arriendo de las bases militares rusas en Crimea, que albergan unos 50 buques bastante cochambrosos y un personal de 20.000 marinos, técnicos y familiares. A cambio, Ucrania recibe, además de sumas considerables por el arriendo de las bases, un vital descuento del 30% en el precio del gas que Rusia le suministra. En lugar de los 330 dólares por mil metros cúbicos, Ucrania pasará a pagar 230 dólares. El ahorro anual equivale a un 2,8% del PIB ucraniano. Rusia tiene su Armada mas moderna, incluidos los submarinos estratégicos, en las bases del norte, mar de Barents y mar Blanco, y el control de los estrechos es a cargo de la OTAN. El acuerdo toma el relevo del firmado en 1997 por los presidentes Boris Yeltsin y Leonid Kuchma, que habría expirado en el 2017. Entonces el trato fue reconocimiento de integridad territorial e intereses económicos y energéticos de Ucrania a cambio de seguridad de Rusia. Kiev se comprometió a no implicarse en una arquitectura geopolítica antirrusa, como la que la OTAN le ha venido ofreciendo.

La independencia recibida de la URSS se concibe de forma muy diferente en el este y el oeste de Ucrania.


La inestabilidad ucraniana tiene dos componentes. Uno parte del hecho de que es una nación mixta y con el corazón partido en lo que respecta a su relación con Rusia y Europa. El otro tiene que ver con el aprovechamiento que de esa circunstancia practica la Europa euroatlántica para complicarle la vida a Rusia, una operación a la que la mala calidad de la política moscovita también contribuyó sin desearlo. La mayoría de los ucranianos desean una integración en la UE, pero no quieren una Ucrania en la OTAN, que les condenaría a artificiales tensiones adicionales con Rusia. Ucrania y Rusia comparten mil años de historia común, una confusa frontera lingüístico-cultural y una enorme dependencia económica mutua. Al mismo tiempo, la independencia recibida de la disolución de la URSS se concibe de forma muy diferente en el este y el oeste de Ucrania, donde hay regiones en las que el sentimiento antirruso es muy vivo por razones históricas. No es ese el caso de Crimea, tierra de glorias militares rusas desde que el imperio ruso se anexionó allá el último estado sucesor de Gengis Khan, el kanato de los tártaros de Crimea, que Catalina la Grande conquistó en 1783.