En setiembre, luego de la renuncia de Yevhen Marchuk como ministro de defensa de Ucrania, es redesignado en su lugar Olexander Kuzmuk.

Yushenko es ingresado de urgencia en una clínica austriaca tras cenar con el jefe de los servicios secretos. Cuando regresa, su cara está deformada, y acusa al poder de haberle envenenado.

El ruso Vladimir Putin visita a Kuchma y hace campaña a favor del nuevo delfín, el ahora primer ministro Viktor Yanukovich.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Ucrania, acaba en empate entre Viktor Yanukovich, -apoyado sin tapujos por Rusia- primer ministro y candidato designado por el presidente saliente, Leonid Kuchma, y el opositor y ex ministro Viktor Yushenko. La OSCE descalifica el proceso electoral.

Cientos de miles de personas liderados por Yuschenko y Yulia Timoshenko que llevan el color naranja, símbolo de la coalición liberal Nuestra Ucrania de Yushchenko, se echan a las calles de Kiev y de las ciudades del oeste desde el 22 de noviembre para denunciar los fraudes masivos y cuestionar la victoria anunciada de Yanukovich. Ésta es cuestionada al mismo tiempo por los occidentales, de Bruselas a Washington. En cambio Rusia, uno de los pocos que “felicitan” a Yanukovich, denuncia violentamente lo que considera una injerencia extranjera en la ex-república soviética.

Empieza el conjunto de manifestaciones de los partidarios de Victor Yushenko, que en número de unos 200.000 se concentraron en las calles de Kiev para protestar por los resultados oficiales obtenidos en las elecciones ucranianas de noviembre de 2004 por su opositor, el oficialista (excomunista) Victor Yanukovich. Se llamó al proceso «Revolución de las Castañas» por los castaños de la ciudad de Kiev y la época en que dan su fruto; también fue llamada «Revolución Naranja» por el color de las banderas del partido de Yushenko, lucidas por los manifestantes. El tema se complicaba por el demostrado envenenamiento a que fue sometido Yushenko.

Yanukovich, de 54 años, representa la continuidad del régimen dirigido desde 1994 por Leonid Kuchma. Este ex gobernador de la región oriental de Donetsk, centro industrial de Ucrania, obtiene los votos del este y del sur del país. Viktor Yushchenko, de 50 años, primer ministro entre 1999 y 2001 antes de ser destituido, sobre todo por su posición contra la corrupción, es muy popular en las regiones del oeste nacionalistas y opositoras al control ruso, como en la capital. Aunque es favorable a Occidente, desea que se mantengan los vínculos con Rusia. Los observadores coinciden en anunciar que la popularidad del jefe de la oposición aumenta después de las primeras elecciones y lo señalan como favorito para las segundas. Yanukovich, por su parte, enfrenta debilitado esta “tercera vuelta”, abandonado por parte de su estado mayor y por Leonid Kuchma, que llega a un acuerdo político con la oposición.

El 24 de noviembre la Comisión Central Electoral de Ucrania declara a Víctor Yanukovych, como ganador oficial de las polémicas elecciones presidenciales. Según la comisión, el candidato pro-ruso Yanukovych obtiene el 49,61% de los votos, mientras que su opositor liberal Víctor Yuschenko consigue el 46,61%. Algunos miembros del parlamento de la oposición reaccionan al anuncio con gritos de “vergüenza” y “mentiras”. La mayoría de los observadores internacionales, incluidos los designados por la Organización para la Cooperación y la Seguridad Europea y por EEUU, reconocen irregularidades en el proceso electoral. La revolución naranja se materializa: miles de personas acampan en el centro de Kiev y bloquean el acceso a la sede presidencial. Hombres de Yushenko y la organización PORA aportan los medios.

Poco antes de conocerse los resultados, Yanukovych dice que “no necesito una victoria falsa que pueda causar heridos y violencia”, y que espera que la legitimidad de los resultados sean probados legalmente. El líder opositor Yuschenko, por su parte, declara que esta preparado para presentarse a una segunda elección si se garantiza “una comisión electoral honesta”. El nuevo presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, advierte que “habrán consecuencias en las relaciones entre la UE y Ucrania si no se realiza una revisión objetiva y equilibrada del proceso electoral y los resultados electorales”. Kuchma, descarta categóricamente el uso de la fuerza para dispersar las masivas protestas de los simpatizantes de Yuschenko. El dirigente opositor, por su parte, llama a soldados y policías a “defender a su pueblo” y a “prohibir el empleo de las armas contra civiles”.

Washington, la Unión Europea y la OTAN han lanzado idénticos mensajes a Ucrania de advertencia contra toda tentativa de escisión de las provincias del este ucraniano. Occidente rechaza por completo la idea de una Ucrania partida por la mitad, con el oeste cortejando a Europa y el este aún más anclado y entregado a Moscú.