La popularidad de Frondizi cae en picado durante 1961, cuando Perón, descontento con su gobierno, le retira su apoyo. Otro factor que debilita su imagen es la entrevista secreta con el Che Guevara. La política internacional fue decisiva en la caída del gobierno de Frondizi y uno de los aspectos más importantes de su presidencia: El plan para el desarrollo iberoamericano (denominado la Alianza para el Progreso) lanzado por el presidente de EEUU. John Fitzgerald KENNEDY y el problema respecto a las relaciones con Cuba. Cuando Guevara va a Punta del Este para la presentación del plan, viaja (supuestamente en secreto) a Buenos Aires para entrevistarse con Frondizi; al día siguiente todo el país se entera de esos hechos, despertando las reticencias en un sector del Ejército y la derecha.

En las elecciones provinciales y legislativas celebradas en Argentina, en marzo de 1962, los peronistas, a quienes se había vuelto a permitir la participación bajo distintas siglas (como Unión del Pueblo), se alzan con el 35% de los votos, obteniendo la gobernación de 10 provincias, entre ellas la de Buenos Aires. Este hecho determina la intervención de los jefes militares que destituyen al presidente Frondizi y, puesto que el vicepresidente había dimitido poco después de su asunción (según la Constitución, el vicepresidente es a la vez presidente del Senado), asume la presidencia, con carácter provisional, el entonces vicepresidente primero de la cámara de senadores, José María Guido.

Se convocan nuevas elecciones en 1963, en las que se prohibe la participación de los peronistas. Con casi el 30% de votos en blanco y tan sólo poco más de 23% a su favor, resulta elegido presidente Arturo Umberto Illia (1963-1966), un moderado de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), quien anuncia un programa de recuperación nacional y regulación de las inversiones extranjeras, intentando controlar el aumento de los precios, la especulación y la intranquilidad sindical, mediante la promulgación de leyes que establezcan precios fijos y salarios mínimos.

En Argentina, tras un duro ataque de las corporaciones industriales, agrícolas y financieras y de la burocracia sindical peronista, que acusan a su gobierno de ineficacia administrativa y demagogia fiscal, con el pretexto de imponer la paz social, «preservar la moral y los valores espirituales de la civilización cristiana» y modernizar la economía del país, el general Juan Carlos Onganía proclama, en la fecha, la revolución argentina sobre la base de la doctrina de «seguridad nacional». Se establece una Junta Militar -constituida por los comandantes en jefe de los tres ejércitos- que nombra presidente al propio Juan Carlos Onganía, quien suspende todas las garantías institucionales. Arturo Umberto Illia debe dimitir.

En Argentina, el actual gobierno militar se caracteriza por su política favorable a los intereses económicos y geoestratégicos estadounidenses y por una dura e indiscriminada represión social y política, inédita hasta entonces. Como respuesta, se producen protestas obreras y estudiantiles en las principales ciudades del país. Alcanzan su punto más álgido en la fecha con el estallido en Córdoba de la revuelta conocida como «el cordobazo», que se extiende a otras zonas y que está considerada como el punto de arranque de la acción generalizada de los grupos insurreccionales de la izquierda revolucionaria.

En Argentina, hay 22 millones de habitantes de los cuales 2 millones son pobres.

En Argentina, Juan Carlos Onganía es destituido como presidente de la nación. Le sigue Roberto Marcelo Levingston.

En la fecha, en Argentina, es destituido del cargo de presidente de la nación el general Levingston, y el poder pasa al comandante en jefe del Ejército, el teniente general Alejandro Agustín Lanusse, que asume su cargo tras la grave crisis política ocasionada, entre otros factores, por el levantamiento popular conocido como el «Cordobazo».

En 1972, Argentina cae en una nueva crisis económica tras una ola de violencia, huelgas, protestas estudiantiles y terrorismo. De hecho, en la crisis del petróleo de principios de los años setenta se generaron a escala internacional importantes excedentes financieros. Se trataba del capital, procedente en gran parte de créditos, que se empleó para pagar a los países productores de la OPEP. Aquella cantidad de dinero no vinculado a la economía real afectó al crecimiento económico en todo el planeta y colapsó el sistema vigente de los tipos de cambio, originando un desequilibrio en el crédito mundial y una fuerte espiral de inflación. En Argentina, esta situación se tradujo en una creciente tensión social y en una sucesión de golpes y contragolpes de estado. No fueron ajenas a ellos las multinacionales, que tomaban posiciones en la economía nacional junto con los acreedores externos, encabezados por el FMI, el Banco Mundial y el Club de Paris. De modo gradual, el aparato económico argentino fue quedando a expensas de la creciente deuda exterior y de las inversiones extranjeras, al tiempo que se debilitaba su capacidad mercantil, se concentraban los ingresos en pocas manos y se degradaba la capacidad de maniobra del Estado.

El expresidente argentino Juan Domingo PERÓN regresa a Buenos Aires tras 17 años.