La situación social y política de Argentina en esos momentos aconseja al estamento militar retornar a los cuarteles y entregar el gobierno a los civiles. Después del secuestro y la muerte del general Pedro Eugenio Aramburu a manos del grupo guerrillero peronista de los montoneros, el general Alejandro Agustín Lanusse (que ha participado en los golpes que derrocaron a Frondizi, Illia, Onganía y Roberto Marcelo Levingston) organiza la vuelta al orden constitucional y convoca las elecciones de 1973.

Héctor José Cámpora, candidato de los peronistas agrupados bajo las siglas del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), vence en las elecciones de marzo de 1973 de Argentina (49% de los sufragios).

El Frejuli pronto muestra en Argentina las limitaciones de sus planes económicos y, sobre todo, una crisis ideológica contaminada por las luchas intestinas por el poder. El ala izquierdista del peronismo, que ha ganado amplios sectores medios de la sociedad, amenaza con desbordar los límites del populismo conservador del movimiento. Ello obliga al propio Perón y a la vieja guardia del partido a dar un golpe interno para frenar el «peligro comunista» que se cierne sobre la ortodoxia doctrinal y sobre el poder de la burocracia sindical. Un mes después del regreso de Perón a Argentina (20 de junio), el presidente Héctor Cámpora presenta su dimisión, y en las elecciones celebradas en la fecha, Perón es elegido de nuevo presidente con más del 61% de los votos. Su tercera esposa, María Estela Martínez de Perón (Isabel), asume el cargo de vicepresidenta ya que el elegir a un representante de cualquiera de las tres facciones peronistas como compañero de Perón hubiera provocado aún más divisiones. Se cumple así el sueño peronista de regreso del presidente, derrocado en 1955.

Perón, que estaba enfermo, fallece 11 meses después de asumir la presidencia: el 1 de julio de 1974. Le sucede en el cargo su tercera esposa María Estela Martínez de Perón, que hasta este momento ha sido vicepresidenta. Martínez de Perón es la primera mujer que ha llegado a la jefatura de Estado de un país iberoamericano contemporáneo. Durante su mandato (manejado totalmente por el peronista José López Rega), la situación política y económica se deteriorá. En efecto, el gobierno peronista, se ve impotente para frenar la espiral inflacionaria. En paralelo, se instalaba en el país la cultura de la violencia. La sociedad argentina se ve entonces sometida a la represión policial, a la acción terrorista de las bandas parapoliciales y paramilitares de derechas y a la actividad de los grupos guerrilleros de la izquierda revolucionaria, cuyo soporte social no tardará en demostrarse minoritario.

En 1975, el terrorismo ha acabado en Argentina con la vida de 700 personas. El coste de la vida se ha incrementado en un 335% y el descontento popular se ha hecho patente.

Sucesivos gobiernos militares en Argentina, afrontan las reformas económicas necesarias para la «reorganización nacional» de acuerdo con las doctrinas monetaristas. El ejecutor de estos dictados del FMI fue José Martínez de Hoz, miembro de una familia de la oligarquía terrateniente, cuya política desmanteló la infraestructura industrial del país para acomodarlo al diseño del nuevo mapa económico internacional, propició un espectacular aumento de las deudas interna y externa y primó la economía financiera sobre la productiva, con el consiguiente empobrecimiento de la población. Así, por ejemplo, entre 1976 y 1981 el crecimiento del sector financiero fue del 150%, frente al desarrollo del sector industrial, que se limitó a un 2%.

Con la complicidad de las cúpulas sindical y eclesiástica y de sectores del alto empresariado, y con la callada aceptación de amplias capas de la sociedad, las Fuerzas Armadas derrocan en Argentina a la viuda de Perón y abren la etapa más siniestra de la historia argentina del siglo XX. Una Junta Militar dirigida por el comandante en jefe del Ejército, teniente general Jorge Rafael Videla, toma el poder el 24 de marzo de 1976, disuelve el Congreso, impone la ley marcial y gobierna por decreto. Es abolida de nuevo la Constitución de 1853. La dictadura militar se alargará hasta 1983 y durante este período se calculará que han desaparecido unas 30.000 personas.

Se manifiestan por primera vez un grupo de mujeres, muchas de ellas madres de desaparecidos por la dictadura argentina, acto que repetirían regularmente todos los jueves en la plaza de Mayo de Buenos Aires hasta el final de la represión.

Noche de los lápices largos, represión policial sobre la Universidad de La Plata (Argentina) en tiempos del presidente Onganía. Ese día, por la noche, la policía detuvo y lesionó a un grupo de estudiantes de secundaria que se manifestaban reclamando tarifas especiales para los transportes públicos.

En Argentina, durante los primeros meses posteriores al golpe militar se mantiene la actividad terrorista de algunos grupos de izquierda, pero se aplaca después de que el gobierno de Videla lance su propia campaña terrorista contra los opositores políticos. En efecto, con el denominado Proceso de Reorganización Nacional, la Junta de comandantes, presidida por el general Jorge Rafael Videla, institucionaliza el terror de Estado a través de una vasta y eficaz represión que provocó miles de muertos, desaparecidos y exiliados en el marco de un plan continental diseñado por EEUU. y conocido como Operación Cóndor y, en la jerga militar local, como «guerra sucia». En 1977, o2.300 asesinatos políticos, unos 10.000 arrestos por causas políticas y la desaparición de entre 20.000 y 30.000 personas, de las que muchas han sido asesinadas y enterradas en tumbas anónimas.