PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-1874)

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Primera república españolaLa Primera República Española fue el régimen político vigente en España desde su proclamación por las Cortes, el 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el pronunciamiento del general Martínez-Campos dio comienzo a la Restauración borbónica en España

Los cantones no son separatistas, pero su proclamación implica la afirmación de su propia soberanía.


Es cierto que los cantones no son separatistas, pero su proclamación implica la afirmación de su propia soberanía frente a la de la nación española, que si no se niega, se deja al menos en suspenso. Muchos lo entienden como una efectiva ruptura de la unidad de España. Y no sólo son derechistas, monárquicos o reaccionarios. Para un radical como Cristino Martos, la rebelión federal exige del gobierno central «una especie de reconquista para restablecer al cabo de tantos siglos la unidad nacional, reconquistando la patria nosotros, como siglos atrás la reconquistaron en nombre de la religión nuestros padres». Se forman comités de Salvación Pública llamando a la sublevación general. Los primeros en rebelarse contra el Gobierno, el 12 de julio, son los federales de Cartagena.

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Ni Barcelona ni ninguna otra población de Catalun se suma al movimiento cantonalista.


Llama la atención que ni Barcelona -donde ya se ha tratado de proclamar el Estado Catalán- ni ninguna otra población de Catalunya se sume a la sublevación que propugna el movimiento cantonalista. La explicación se encuentra en la presión que sobre el territorio ejerce el ejército carlista.

El movimiento cantonalista coincide con la intensificación de la guerra carlista.


El movimiento cantonalista coincide con la intensificación de la guerra carlista, a partir de la entrada en España del pretendiente por el Paso de Dancharinea, el 16 de julio. Don Carlos se pasea por Navarra y las provincias vascongadas, pero sorteando sus capitales, controladas por las fuerzas liberales. En Guernica, promete la restauración plena de Fueros, y en Loyola -que visita en homenaje a san Ignacio- recibe la comunión de manos de obispo de Seo de Urgel. En el norte, la campaña sigue un curso similar al de los meses anteriores, pero los avances carlistas se hacen notar en La Rioja, el norte de Castilla y, especialmente en Catalunya, Levante y Murcia, con incursiones sobre Segorbe, Vinaroz, Sagunto, Orihuela, Caravaca o Santomera. Si la guerra carlista ha favorecido las sublevaciones federales -al alejar a las tropas de los cuarteles-, éstas perjudican la actuación del ejército republicano contra el ejército carlista, agravando la contienda.

Los rebeldes de Cartagena, en nombre del Cantón Murciano, proclaman su independencia.


El presidente de la República, PI y MARGALL, resiste las pretensiones de los rebeldes de Cartagena, que, en nombre del Cantón Murciano, proclaman su independencia atribuyéndose funciones exclusivas, no con el propósito de separarse de España sino de constituir la nación española -cuya existencia se da por supuesta- sobre la base del pacto, pero se niega a combatirles con las armas.

Pi i Margall es derrotado. Las Cortes eligen a Nicolás SALMERÓN como tercer presidente de la República Española.


Presentada una cuestión de confianza contra PI i MARGALL, éste es derrotado por la mayoría de las Cortes que, el 18 de julio, elige a Nicolás SALMERÓN como tercer presidente de la República Española. Su mandato durará hasta el 6 de septiembre. La caída de PI es el detonante para la generalización de la sublevación cantonalista. En su primer discurso como presidente, SALMERÓN justifica en cierta medida a los sublevados, echando la culpa de su comportamiento a los gobiernos de la monarquía «que habían legado una profunda y general perversion del sentido moral en las costumbres y en las condiciones políticas de nuestro pueblo», pero no duda en recurrir al uso de la fuerza para restablecer la soberanía de la nación en todo el territorio. Nombró a jefes militares competentes -sea cual sea su adscripción política- que estén dispuestos a enfrentarse a los rebeldes. Así, encarga a los generales Pavía -un republicano de orden- y Martínez Campos -monárquico, partidario del príncipe Alfonso de Borbón- de las capitanías generales de Andalucía y Valencia, respectivamente.

El Cantón de Valencia no tiene el carácter revolucionario que alcanza en otras zonas de España.


El Cantón de Valencia, proclamado el 19 de julio de 1873, no tiene el carácter revolucionario que alcanza en otras zonas de España, pero el gobierno de Madrid decide ahogar la rebelión con las armas, enviando tropas al mando del general Martínez Campos, nombrado capitán general de la plaza. El Cantón de Valencia capitula ante el general Martínez Campos. La cuestión social, sin embargo, ha comenzado a cambiar de signo y se desplaza a las relaciones industriales. Los pequeños y medianos propietarios y sus estructuras jurídicas, basadas en los arriendos, la aparcería y la enfiteusis, desarrollarán movimientos de solidaridad y desencadenarán graves conflictos en 1873 y 1878.

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Castellón y Granada se proclaman cantones independientes.


En la fecha, Castellón y Granada se proclaman cantones independientes.

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Decreto de Nicolás Salmerón, por el que declara pirata a la escuadra sublevada en Cartagena.


NICOLÁS SALMERÓN, decidido a acabar con la sublevación de Cartagena, produce su famoso decreto del 20 de julio, por el cual declara pirata a la escuadra sublevada y autoriza a los barcos de las potencias amigas de España a incautarse de ella. Pero la insurrección se mantiene viva en Cartagena, llegando barcos de la escuadra a bombardear Almería (29 de julio) y Alicante (27 de agosto).

El día 22 se proclaman cantones independientes Salamanca, Bailén, Andújar, Tarifa y Algeciras.


El día 22 se proclaman cantones independientes Salamanca, Bailén, Andújar, Tarifa y Algeciras. No son los únicos. Se trata de un movimiento desorganizado, sin unidad ni dirección común, cuyo éxito -efímero, en la mayoría de los casos- es posible por la ausencia de buena parte del Ejército, que ha abandonado sus acuartelamientos en pueblos y ciudades para hacer frente a la ofensiva carlista. Los cantones se atribuyen toda clase de poderes. Por ejemplo, el de Granada decreta:» 1. Imponer una contribución de cien mil duros contra los ricos. 2. Proceder al derribo de todas las iglesias. 3. Fundir todas las campanas y establecer una fábrica de moneda para acuñarla con el bronce de aquéllas. 4. Incautarse de la Administración de Hacienda y de todos los bienes del Estado. 5. Dejar cesantes a todos los magistrados de la Audiencia». Pese a las medidas sociales que adoptan, el origen y el contenido fundamental del movimiento cantonalista es político.

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