BISMARCK ha crecido en un ambiente en el que la fidelidad a la Corona y un actitud profundamente conservadora es lo más habitual. Así, pues, en el eje de su pensamiento político no está la nación, sino el Estado, y esto significa para él entender la monarquía prusiana dentro del sistema de Estados europeos. Monarquismo y un patriotismo que se refiere al Estado prusiano le parecen bases más concretas para el orden estatal que el nacionalismo de las clases intelectuales burguesas. Consecuentemente, en su primera aparición como orador político en la Dieta de Prusia, en 1847, interviene en contra de la opinión de los liberales de que el pueblo prusiano ha tomado las armas contra el invasor francés sólo para conseguir una Constitución. El discurso provoca un gran tumulto en el Parlamento y da fama al joven diputado de hombre muy conservador y monárquico.

Federico Guillermo IV de Prusia publica una patente real en la que se pretende cumplir la promesa de un gobierno representativo, pero el rechazo es universal ante el excesivo papel que en el nuevo orden iba a jugar la nobleza.

Eso fue patente desde mediados de junio, cuando el asalto al arsenal de Berlín intensificó el miedo de los sectores conservadores, que aumentaron su presión sobre el monarca. La camarilla cortesana se convirtió en un importante factor de influencia en la vida política. El príncipe Guillermo regresó de su exilio en Inglaterra y los hermanos Gerlach iniciaron la publicación del periódico contrarrevolucionario Gaceta de la Cruz, que se identificaba con los puntos de vista de la nobleza prusiana (junkers).

En esas circunstancias, unas manifestaciones populares son aprovechadas por FEDERICO GUILLERMO IV, en los primeros días de noviembre, para despedir a los liberales y establecer un gobierno de excepción bajo la presidencia del general conde Brandeburgo, con Otto von Manteuffel en el Ministerio del Interior. El nuevo Gobierno llama a las tropas del general Wrangel a Berlín y ordena que la Asamblea constituyente abandone la ciudad.

A comienzos del mes de diciembre FEDERICO GUILLERMO IV de Prusia disuelve la Asamblea a la vez que otorga una nueva Constitución, de carácter bicameral, en la que todas las atribuciones quedan reservadas al monarca. Mientras se produce esta reacción conservadora, el Parlamento de Francfort, que ha dedicado cuatro meses a la discusión de los derechos políticos individuales, inicia las tareas de configurar un Estado alemán unitario. La primera gran cuestión, en torno a la extensión territorial del futuro Estado, enfrenta a los que son partidarios de integrar a todos los Estados con poblaciones germanas (Gran Alemania), lo que supone también integrar otras nacionalidades dentro del futuro Imperio, frente a los que se manifiestan partidarios de una fórmula unitaria que abarque exclusivamente a los Estados en los que sólo hay población alemana (Pequeña Alemania). La cuestión debatida, en la que los sentimientos nacionalistas se mezclan con consideraciones históricas y estratégicas, equivale a optar entre un Estado liderado por Austria o bien por Prusia.

Los ojos de BISMARCK contemplan el fallido proyecto de unidad de 1848 cuando una revolución romántica quiere echar abajo el trono de FEDERICO GUILLERMO IV de Prusia, un hecho tan inaceptable como el predominio de Austria sobre la Confederación germánica que existe desde 1815, precisamente el año de su nacimiento.

Fallecido Cristián VIII de Dinamarca, le sucede su hijo FEDERICO VII. Éste, fue el último monarca absolutista de dicha nación pues durante su reinado, en 1848, es promulgada la constitución que convierte al país nórdico en una monarquía constitucional. Pero amenaza el conflicto de Schleswig y Holstein (1814). Los revolucionarios alemanes desean incorporar esas provincias a una Alemania unida, y según ellos Prusia debe conseguir ese propósito. Pero Prusia se resiste, considerando que Austria debe tomar la iniciativa en estas cuestiones. Así pues, aquellas provincias permanecerán danesas por un tiempo.

En Prusia, en Galitzia, es abolida la servidumbre, y las masas campesinas pasan a ser por derecho, legalmente libres del control de sus señores locales.

FEDERICO GUILLERMO IV, rey de Prusia desde 1840, es un conservador acérrimo. Más aún: se muestra partidario de retroceder a la Edad Media, restaurando el Sacro Imperio romano. Como no desea forma alguna de gobierno representativo y carece de la fuerza para imponer sus deseos al país, vacila hasta verse sobrepasado por los acontecimientos. Las noticias de la Revolución de febrero de 1848 en París levantan el descontento en toda Alemania, al igual que en Austria. En este último país, los levantamientos implican división: Hungría, Bohemia e Italia tratan de obtener mayor libertad de sus dominadores de cultura germánica. Se hace famoso el dicho: «Cuando París se resfría, Europa estornuda». Pero en Alemania el fermento tiene signo unificador, como expresión del deseo de constituir un Estado alemán más grande. El 15 de marzo de 1848 se registran tumultos en Berlín. FEDERICO GUILLERMO IV, incapaz (y reconocerlo así le honra) de disparar contra su propio pueblo, accede a hacer concesiones, pese a que las consideraba humillantes. Queda entre la espada y la pared: las concesiones son muy poco para los liberales alemanes y demasiado para Austria.

En Alemania, junto a las revoluciones locales, se produce una revolución general. Desde febrero, en Mannheim y Heidelberg, los liberales han lanzado la idea de un parlamento que, con sede en Frankfurt, la ciudad donde han sido coronados los emperadores de Alemania, sea elegido por sufragio universal masculino y decida el futuro de la nación alemana. A diferencia de lo que había sucedido con la Revolución de 1789, la Revolución de febrero de 1848 en Alemania encuentra eco inmediato. En marzo, se producen en todos los estados de la confederación alzamientos populares que obligan a los atemorizados príncipes a hacer concesiones. Se producen motines en Berlín con más de 200 muertos; el rey de Prusia -FEDERICO GUILLERMO IV- promete una Constitución. Los gobiernos alemanes menores se hunden uno tras otro. El último día de marzo se reúne un preparlamento para acordar la convocatoria de una asamblea nacional pangermánica.