El 25 de noviembre de 1956 un grupo de 82 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio que se han entrenado en México se embarcan rumbo a Cuba en el yate Granma (equivalente a “Abu” en inglés, apócope de “grandmother”, abuela). Dirigidos por FIDEL CASTRO, en el grupo se encuentra también RAÚL Castro y el Che GUEVARA entre otros.

La sincronización de las acciones prevista por FIDEL CASTRO fracasa porque el modesto yate Granma, sobrecargado y sorprendido por un temporal, encalla en un manglar, en la fecha, con tres días de retraso, a 2 km de la playa de Las Coloradas, cerca de Manzanillo, un terreno pantanoso. La operación termina en catástrofe. El yate es localizado por la aviación de BATISTA. Ante los disparos de los soldados de BATISTA, los 82 barbudos (entre ellos Che Guevara) tienen que huir.

Pocos días después del forzado desembarco, 70 hombres de CASTRO han sido abatidos o apresados. Aparentemente, FIDEL CASTRO acaba de fracasar en su retorno a la isla. Todas las esperanzas de derrocar al tirano parecen desvanecerse. Sin embargo, agazapado en un campo de caña de azúcar, a orillas de una playa perdida de Alegría del Pío, FIDEL lanza un grito premonitorio ante sus incrédulos compañeros: ¡Hemos ganado!. Es cierto que unos hombres intrépidos pueden transformar un revés en una victoria. Los doce supervivientes del Granma, logran reagruparse a mediados de diciembre de 1956 y se adentran en el laberinto boscoso de la Sierra Maestra, sin avituallamiento ni medios militares. Pero los supervivientes no saben que los campesinos de los superpoblados valles bajos de la sierra están en lucha contra los grandes terratenientes de la llanura, que los han repelido por la fuerza hacia la montaña con el fin de apoderarse de sus tierras, Otro factor favorable: el terreno. Por esas montañas asimétricas de la Sierra Maestra, tupidos bosques ocultan los incesantes desplazamientos de los guerrilleros.

Entre mayo de 1957 y abril de 1958, la resistencia se envalentona: cuatro columnas realizan incursiones por toda la provincia de Oriente. El primero de marzo de 1958, FIDEL CASTRO anuncia la guerra total en el país y pide apoyo a la población para derrotar a BATISTA. RAÚL CASTRO, al mando de ochenta veteranos, abre un segundo frente en la Sierra Cristal, situada en la punta oriental de la isla, con el fin de obligar al dictador a dividir sus fuerzas frente a guerrilleros que, si no son más numerosos, al menos tienen mayor movilidad (los efectivos de la resistencia nunca llegarían a pasar de seiscientos regulares y dos mil francotiradores, mientras que el número de soldados se elevará hasta doce mil en abril de 1958). El dictador recurre entonces a los grandes medios: por ejemplo, sus tropas se desplazan con un tren blindado para ir de un frente guerrillero a otro.

Después de fracasar una huelga general convocada prematuramente por CASTRO para el 9 de abril de 1958, BATISTA ordena a la aviación que bombardee las zonas de guerrilla con napalm. Para detener la masacre, RAÚL CASTRO decide -sin consultar con su hermano- secuestrar a ciudadanos norteamericanos. El golpe es un acierto: bajo la presión de Washington, BATISTA detiene su ataque.

BATISTA envía 10.000 soldados a la Sierra Maestra, que son derrotados por los 300 guerrilleros de FIDEL CASTRO.

GUEVARA sigue a FIDEL CASTRO en todos los avatares de la invasión de Cuba. Su columna, gana la famosa batalla de Santa Clara al tomar un tren blindado.

En Cuba, el desenlace de la revolución cubana se produce en diciembre. Los dignatarios del régimen de BATISTA se exilian. FIDEL CASTRO se halla a las puertas de Santiago, mientras el Che Guevara cerca Santa Clara, último cerrojo que controla el acceso a La Habana. Fulgencio BATISTA huye durante la Nochevieja, en el momento en que se desencadena una huelga general por todo el país. Se exilia en España, donde morirá.

La invasión del grupo de FIDEL CASTRO, por la que ningún observador habría apostado un céntimo de haber presenciado su desastroso arranque, hizo realidad la quimera: tras dos años de metódico avance a lo largo de la isla sobre el eje este-oeste y la apertura, gracias al aporte constante de voluntarios y la colaboración de los campesinos, de sucesivos frentes de combate, el día de año nuevo de 1959 las primeras columnas rebeldes entran en La Habana provocando la huida del dictador Fulgencio Batista. La imagen imperecedera de los bandidos rurales, que roban a los ricos para dárselo a los pobres, junto al sex-appeal de los jóvenes revolucionarios armados -tanto el propio CASTRO como el notoriamente fotogénico Che GUEVARA- le dan a la revolución de enero de 1959 un atractivo moral instantáneo, que es visto con simpatía por todo el mundo. Los izquierdistas de París y Madrid, de Londres y Nueva York, acuden en tropel a La Habana a sentir el sabor de una experiencia revolucionaria hispana.

Una semana después de haberlo hecho sus partidarios, el líder máximo, FIDEL CASTRO, realiza su entrada triunfal en La Habana, encabezando una variopinta columna de barbudos -intelectuales de la clase media y campesinos de las montañas de la provincia de Oriente- en uniforme de campaña y de adolescentes encaramados a los blindados y los jeeps. Una nueva época empieza para Cuba. Factores específicos secundan la revolución castrista. Por ejemplo, la progresiva pérdida de imagen de un caudillo demagogo, en un principio seductor, que muy pronto se convirtió en símbolo de corrupción. La gran burguesía de los negocios era culturalmente proamericana, y la pequeña burguesía demócrata, burlada por el golpe de Estado de Batista en 1952, se había radicalizado sin lograr los medios para actuar por sí misma. En cuanto al proletariado, numéricamente débil, no podía contar ni con los sindicatos ni con el Partido Comunista, metidos de pleno en la corrupción.