Las autoridades turcas hacen público que OCALÁN está detenido por el delito de traición.

Los kurdos amenazan con “un baño de sangre” si OCALÁN es ejecutado.

En la fecha, OCALÁN, jefe del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), es condenado a muerte por su participación en la guerra de 15 años contra el gobierno turco, en la que fallecieron más de 30.000 personas. Los cargos por los que se le condena a muerte en primera instancia por la Corte de Seguridad Nacional de Ankara y por la de casación después son la formación y el liderazgo de una banda armada con el objeto de desarrollar acciones que lograran la separación de una parte del territorio turco.

Seismo en Turquía. Magnitud: 7,4. Se producen 17.000 muertos.

El abandono masivo de sus diputados ha dejado al partido del primer ministro turco, la Izquierda Democrática, en minoría parlamentaria. Los tres partidos de la coalición gubernamental del primer ministro turco Bulent Ecevit acuerdan convocar elecciones legislativas anticipadas el 3 de noviembre. Los tres partidos de la coalición gubernamental mantienen 275 de los 550 escaños del Parlamento, mientras que la mayoría es de 276. Turquía se encuentra sumida en una seria crisis económica desde febrero de 2001 de la que intenta salir con el firme apoyo del FMI.

En Turquía, en octubre de 2002, le es conmutada la pena de muerte a OCALÁN. Desde entonces cumple una condena de cadena perpetua en una isla cerca de Estambul, donde es el único prisionero. Sus abogados han mantenido ante el tribunal europeo que a OCALÁN le ha sido negado el acceso completo a su equipo legal durante el juicio. Aunque el dictamen de la Corte Europea no es vinculante, presiona a Turquía, país que intenta ingresar a la Unión Europea, a someter a OCALÁN a un nuevo proceso.

La abrumadora victoria en las elecciones turcas del 3 de noviembre del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por el ex alcalde de Estambul, Tayyip Erdogan, supone en primer lugar la barrida de la clase política que ha dominado los destinos de este país a lo largo de los últimos 20 años y, más concretamente, a raíz del golpe de Estado de 1980. Es notable que el partido del aún primer ministro, Bulent Ecevit, que en los comicios de 1999 obtuvo el 22% de los votos, apenas ha superado en esta ocasión el 1%. El triunfo del AKP no tiene precedentes, ya que ocupará más de 360 de los 550 escaños que integran el Parlamento turco. Sin embargo, y debido a una peculiar ley electoral -sólo los partidos que obtienen más del 10% de los votos obtienen escaños-, únicamente el AKP (en torno al 34%) y el Partido Republicano del Pueblo (poco más del 19%) tendrán representación parlamentaria. En otras palabras, dos de cada tres votantes no han votado al AKP. Este es el primer reto.

El segundo reto lo constituye la particular situación personal de Erdogan. Privado de sus derechos políticos por “incitación al odio religioso” -leyó unos versículos en los que entre otras cosas se mencionaba que “los minaretes son nuestras bayonetas”-, Erdogan no puede apelar hasta enero para que se los restituyan. Nadie puede discutir el carácter personal de su victoria, pero la competencia en la designación del primer ministro corre a cargo del presidente, Ahmet Necdet Sezer. Cualquier partido islamista, por moderado que se presente -y Erdogan ha efectuado un importante esfuerzo en este sentido-, cuenta automáticamente con los recelos del Ejército, que ya puso fin a la experiencia de su antiguo correligionario Necmettin Erbakan mediante un “golpe blando” en 1997. Toda la prudencia del AKP en este sentido será poca.

Cualquier esperanza de que la Unión Europea reconsidere el ingreso turco pasa, entre otras cosas, por una resolución del contencioso chipriota. El anuncio de Erdogan de que visitará Grecia en breve es un paso positivo. El nuevo Ejecutivo deberá posicionarse sobre la previsible campaña contra Irak, en la que Turquía es una pieza básica. Finalmente, deberá continuar la reestructuración económica de la mano del FMI, quien dirigió recientemente un programa de ayudas a Turquía por importe de 16.000 millones de dólares.

El presidente del Partido de la Justicia y del Desarrollo, Recep Tayyip Erdogan, es nombrado jefe del Gobierno turco en sustitución de Abdulá Gül. Europa ve con desconfianza el renacimiento del confesionalismo en el Gobierno turco.