En Turquía, en octubre de 2002, le es conmutada la pena de muerte a OCALÁN. Desde entonces cumple una condena de cadena perpetua en una isla cerca de Estambul, donde es el único prisionero. Sus abogados han mantenido ante el tribunal europeo que a OCALÁN le ha sido negado el acceso completo a su equipo legal durante el juicio. Aunque el dictamen de la Corte Europea no es vinculante, presiona a Turquía, país que intenta ingresar a la Unión Europea, a someter a OCALÁN a un nuevo proceso.

En su sentencia de 12 de marzo del 2003, con relación al caso OCALÁN, la sala de siete jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos encuentra que se ha producido la violación de los artículos 5 y 6, consistentes en la inexistencia de recurso contra la detención policial, en no presentar inmediatamente al detenido, en no haber gozado de un juicio justo y un tribunal imparcial e independiente y en la imposición de la pena de muerte como consecuencia de todo ello. Para la sala, el mero hecho de decir en derecho que se produjeron estas violaciones es suficiente reparación, aunque condena al gobierno turco a pagar cien mil euros en concepto de costas y gastos del proceso y abogado. Sin embargo, la sala juzga unánimemente que no existió detención ilegal en Kenia, ni violación de su soberanía territorial, ni condiciones inhumanas en su traslado ni en la prisión turca de la isla de Imrah, ni violación al derecho a la vida, ni trato inhumano o degradante.

El nueve de junio del 2004 se produce la audiencia pública de la Gran Sala con la presencia de los representantes del estado turco y de OCALÁN, quien no puede comparecer. Quedan pocas semanas para conocer la decisión final, sin posibilidad de apelación, del máximo tribunal de derechos humanos en Europa. Pero está claro es que Ocalan seguirá en la cárcel: lo que no está en tela de juicio es la legalidad y legitimidad de la sentencia turca a cadena perpetua por terrorista, máxime después de haberla conmutado. Sólo la historia dirá si la categoría de Abdulá Ocalan pasa de terrorista a libertador de una patria del Kurdistan que cada día parece estar más cerca de constituirse.

Ahora que las fuerzas políticas kurdas han obtenido el 25 por ciento de los sufragios Irakíes en la Asamblea Nacional de Transición, el caso de Abdulá OCALÁN vuelve a las primeras páginas. OCALÁN, el miembro más prominente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, es un turco kurdo de cincuenta y seis años que lucha violentamente por la independencia del Kurdistan desde hace años. Condenado a muerte por las más altas instancias judiciales de Turquía, conmutada por cadena perpetua al entrar en vigor en 2002 una ley que abolía la pena capital en tiempo de paz, apela como último recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ya que Turquía es miembro del Consejo de Europa, institución que lo alberga.