En Mogadiscio, la capital de Somalia, los seguidores de la Alianza para el Restablecimiento de la Paz y Contra el Terrorismo ocuparon por su parte el estadio Benadir, en el norte de la capital, en un acto de protesta contra la victoria islamista. “Tendremos que seguir combatiendo el terrorismo… Permaneceremos en Mogadiscio, los islamistas no pueden echarnos”, dijo enardecido a los manifestantes uno de los señores de la guerra, Bashir Raghe. Los manifestantes, unos miles, iban escoltados por un centenar de milicianos en vehículos armados y respondieron al llamamiento del subclán Agbal. Éste, que considera que el norte de la capital es parte de su territorio tradicional, parece dirigir el inicio de la resistencia al control de los islamistas.

En Somalia, los islamistas y el Gobierno provisional sellan un entente cordial.

En Somalia, el jefe de los islamistas llama a la guerra santa contra Etiopía.

El ministro para la Constitución y Asuntos Federales somalí, Abdula Derow Isaq, uno de los ministros del frágil Gobierno provisional de Somalia (con sede en Baidoa), es acribillado a tiros.. El suceso amenaza con crear más violencia e inestabilidad en un país castigado por los enfrentamientos entre señores de la guerra y las milicias islamistas, y en el que en las últimas semanas han entrado tropas desde Etiopía. Derow fue acribillado ayer a balazos por un hombre enmascarado, a la salida de una mezquita en Baidoa (245 kilómetros al noroeste de Mogadiscio), una localidad controlada por el frágil Gobierno provisional. Los milicianos de los Tribunales Islámicos, que controlan la capital, Mogadiscio, negaron rápidamente ser los responsables del asesinato y acusaron a Etiopía, que en su opinión pretende desestabilizar aún más el país con este ataque.

La ONU denuncia que no se respeta el embargo de armas en Somalia

La ONU despliega cascos azules en Somalia.

El jefe del Ejecutivo provisional de Somalia ha regresado a Mogadiscio acompañando por tropas etíopes. A su llegada, ha anunciado la imposición de la ley marcial por tres meses, recalcando que el potente ejército de Etiopía permanecerá en el país el tiempo que necesite su gobierno. Los islamistas prometen seguir luchando. La entrada de un primer ministro en la capital es altamente simbólica en este país del Cuerno de África en el que la guerra civil, que estalló en 1991 al ser derrocado el dictador Siad Baré, continuó por las batallas entre clanes durante 15 años. En este tiempo, ningún gobierno ha controlado Mogadiscio, disputada por los señores de la guerra hasta que fueron desalojados por los islamistas en junio pasado.

Los Tribunales Islámicos retomaron ayer la línea expresada la víspera. Mohamed Ibrahim Bilal, un alto comandante de los islamistas parapetados en Kismayo, repitió sin sombra de duda: “No nos rendiremos jamás a los etíopes y al Gobierno de transición somalí”. Luego predijo “operaciones de guerrilla en todo el territorio somalí”. “Puedo asegurarles que las fuerzas islamistas están por todo el país y nos verán operar dentro de poco. Lo que haremos es atacar y huir”, concluyó. La presencia de esos grupos islamistas partidarios de la charia o ley islámica -al margen de cuál sea su vinculación con la red de Bin Laden- dispuestos a continuar la lucha y la existencia de los clanes que se han enfrentado los pasados 15 años y que, armados, siguen dominando en sus feudos, no son tranquilizantes para el futuro de Somalia.

Las milicias de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) huyen de Somalia hacia la larga y porosa frontera con Kenia, tras abandonar, sin excesiva resistencia, su último bastión, la ciudad portuaria de Kismayo. Las autoridades kenianas han prometido perseguir a los guerrilleros y la V flota estadounidense patrulla en aguas somalíes para controlar los movimientos sospechosos. El Gobierno federal provisional de Somalia, satisfecho por su fulgurante triunfo gracias al ejército etíope y al visto bueno de Washington, pretende ahora limpiar el país de armas, sin éxito en el primer día de la operación. Todas estas medidas no son de extrañar, dado que los grandes temores en este martirizado país son la reaparición de los señores de la guerra con sus luchas de clanes; la Irakuización de Somalia por sucesivos atentados de los islamistas -antes de partir de Kismayo juraron combatir al \”invasor etíope\”-, y la consecuente desestabilización en el Cuerno de África.

Más de trece años después de su traumática intervención (inmortalizada en la película Black Hawk derribado), EEUU. vuelve a implicarse directa y militarmente en la anárquica Somalia. La aviación norteamericana inicia hoy una serie de bombardeos sobre objetivos en el sur del país africano. Los ataques están dirigidos contra varios supuestos miembros de Al Qaeda a quienes se relaciona con los mortíferos atentados que destruyeron las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998. Las operaciones, bendecidas por el presidente del Gobierno de transición somalí, Abdulahi Yusuf, y que cuentan con el apoyo logístico del portaaviones USS Eisenhower en aguas del Índico, han sido posibles después de que las fuerzas islámicas han sido desalojadas de la capital somalí, Mogadiscio, en la reciente ofensiva del ejército etíope. Los presuntos miembros de Al Qaeda han perdido la protección que les ofrecían los islamistas y tratan de refugiarse en el sur, cerca de la ciudad portuaria de Kismayo, a unos 360 kilómetros de Mogadiscio. Sólo Blair de Gran Bretaña apludirá esta intervención.